SÁBADO DE USAGI Y DITA
La casa abandonada era un buen refugio. Estaba apartada de la sociedad y ella estaba segura que también estaba lejos de los que la buscaban. No tenía agua limpia, ni comida, pero iba periódicamente a la ciudad para usar los baños públicos y así asearse. También había sido capaz de conseguir comida a cambio de ayudar en restaurantes por lavar platos y limpiar. Pero sobre todo procuraba trabajar únicamente de día por si alguna criatura sobrenatural empezaba a acecharla.
Cuando estaba en la casa, a solas, solía pensar cosas muy oscuras, entre ellas que le había fallado a Simariel, que había traicionado su confianza, que no había podido salvarla y que todo aquello era culpa suya. Y luego estaba el tema de Azrael... a pesar de ser un vampiro sin experiencia, no podía evitar culparlo por lo que había sucedido. Tal vez era verdad que no había querido matarla pero aun así, había acudido a ella, consciente de los posibles peligros que acarreaban una reciente transformación. Para colmo, en sus últimos momentos, Sil le había pedido que cuidara de él... y no lo había vuelto a ver desde ese día. Tampoco quería verlo, pero sabía que pronto tendría que ir a buscarlo, para asegurarse de que seguía de una pieza.Sabía que el amuleto que le había dado lo mantenía a salvo, de momento... pero no sabía en qué clase de nido vivía. Era consciente de que era cuestión de tiempo antes de que la involucrasen en más follones. O a él.
Aquel sábado había terminado de hacer la ronda de limpieza que había empezado a hacer por las mañanas, tomó su sobre con la paga, su comida y tras asearse un poco en el baño del restaurante, se fue a una tienda antes de volver a casa.
- Esa pasta de dientes no es tan buena como parece – dijo la voz de una mujer junto a ella. Sobresaltándose, la joven parpadeó observando a la mujer morena que miraba aquellas cajas con algo parecido al desprecio -. Hay una tienda de productos naturales no muy lejos – prosiguió -. Esas pastas de dientes sí que son "magia" – añadió, mirando a la joven con una sonrisa.
Usagi la miró en silencio. Jamás había visto a esa mujer. Sus ojos pardos la miraban con curiosidad y por un momento, la chica pensó en la posibilidad de que aquella mujer fuese producto de su propia imaginación.
- Eh... - balbuceó.
- Mi nombre es Dita Neferet - se presentó, ofreciéndole su mano.
- Usagi... - respondió, aún confundida.
- Usagi - repitió para paladear el nombre, mirando las tres cosas que tenía la chica en su cesta de la compra. Un cepillo de dientes, un champú y papel higiénico -. ¿Kit de supervivencia? - preguntó.
- S-sólo son compras - rumió, intentando darle esquinazo para huir.
- He estado buscándote - murmuró, antes de que Usagi decidiera dejarla sola. Pero logró que la aludida se detuviese de golpe. Dita no emanaba ningún tipo de magia pero... empezaba a tener sus dudas.
- ¿Quién eres? - preguntó. La sospecha bailaba en sus ojos, sin disimular.
- ¿Porqué no vamos a tomar un café y hablamos? - propuso.
Usagi la miró con recelo, pero al final aceptó a acompañarla. La mujer pagó su compra por ella y la guió hasta un local cercano. Éste estaba extrañamente vacío y tras pedir dos cafés y pastel para ambas, Dita esperó a que el camarero se retirara a preparar el pedido.
- Me ha costado un par de días encontrarte - comenzó la mujer.
- ¿Vienes de parte del aquelarre ? - preguntó la joven.
- ¿El aquelarre? - Dita alzó las cejas.
- Sí... Las hermanas de la sombra - murmuró en voz baja, con miedo. Dita le sonrió, entretenida.
- No - dijo simplemente -. Ese grupo es una aglomeración desorganizada que sólo causa problemas - dijo con calma.
- ¿L-las conoces? - preguntó.
- Sí. Llevan años intentando invocar demonios, sin éxito - Dita la examinó detenidamente -. ¿Pertenecías a ese grupo? - Usagi se sonrojó de golpe y bajó la mirada, incómoda -. Ya veo. ¿Entonces has huido?
- Querían que les ayudara a invocar a un demonio y... - bajó la voz -. No quise - admitió y al instante la mayor la miraba, atentamente.
- ¿Te obligaron?
- Sí, pero... decidí marcharme antes de que decidieran forzarme a ello - contestó -. Parece que ellas solas no podían invocarlo así que querían usar mi...
- Magia - la mujer terminó la frase por ella y la más joven la miró, un tanto insegura. ¿Sería buena idea contarle algo así?
- Sentí tu energía hace un par de días - explicó -. Cuando llegué al Convento ya era demasiado tarde. Una de las hermanas me contó lo que había ocurrido, aunque sólo me dieron su propia versión de los hechos...
El camarero se acercó con los cafés y Dita esperó de nuevo a que se marchara para seguir la conversación. Al notar la tensión en el cuerpo de la joven, la morena suspiró y tomó la taza para dar un sorbo.
- Te estarás preguntando quién soy en realidad - murmuró -. Digamos que... soy una amiga - sonrió -. No vengo a hacerte daño, más bien vengo a proponerte un trato - La chica iba a coger su propia taza, pero al escuchar aquello se detuvo y la miró, preocupada -. Nada de invocaciones - rió -. Mi misión es ayudar a quien lo necesita. Puedo ofrecerte protección y... un techo bajo el que vivir.
- Pero si no me conoces de nada - murmuró la joven, estupefacta.
- Eres Usagi, una bruja con poderes extraordinarios que probablemente necesita entrenamiento, un lugar donde dormir y... ropa nueva - apreció. La aludida se sonrojó y bajó la mirada sin decir nada -. Las "hermanas de las sombras" no se atreverán a jugar conmigo - le confesó Dita, mientras miraba al camarero llegar con sus postres, una vez estuvo lejos le sonrió -. Piénsalo – añadió, cortando una breve porción del pastel para saborearlo.
- No te conozco...- rumió.
- Eres muy desconfiada.
- Perdón - se disculpó y escuchó a la mujer reírse.
- No, está bien. Tienes que serlo, sobre todo en Nightdale. Hay mucho ser sobrenatural rondando.
- ¿Y tú...? - probó la joven. La forma en la que sonreía siempre Dita le hacía sospechar.- Estoy segura de que sabes que no soy completamente humana - murmuró y la vio asentir -. Soy una Benandanti - dijo mientras atacaba de nuevo su postre.
Usagi separó los labios. Había escuchado antes ese término. Según su memoria, ese grupo se había extinguido hacía cientos de años, cuando la Inquisición les había acusado de hacer pactos con el diablo a cambio de magia.
- ¿Cómo sé que dices la verdad? - preguntó la joven y Dita le ofreció su mano.
- Puedes comprobarlo por ti misma - susurró.
Usagi miró la elegante mano, repleta de anillos y pulseras de oro que colgaban de su muñeca...
***Cerró la puerta tras de sí cuando regresó a la casa abandonada. Se aseguró de que todo estaba como lo había dejado, cada hechizo y runa que había dibujado en todos los muros, a escondidas. Todo seguía en su lugar. Suspiró un poco más aliviada mientras avanzaba hasta el salón deteriorado. Se sentó en un sofá roto y viejo y se quedó mirando la pared de en frente, pensativa. Una persona más le estaba ofreciendo ayuda... ¿Si aceptaba... la pondría en peligro como había hecho con Sil? Parecía que cada vez que alguien quería echarle una mano, terminaba mal. Pero una Benandanti podría mantenerla a salvo de otros que quisieran aprovecharse de sus habilidades... quizá incluso podría ayudarla a controlar la magia que se le solía ir tanto de las manos en los momentos menos oportunos.
Había visto los recuerdos de Dita y lo que decía había resultado cierto. Quería ayudarla, así cómo había ayudado a miles de personas ya...durante años.
Se dejó caer de espaldas en la superficie mullida del mueble y cerró los ojos. Quería creer que algún día, podría tener una vida tranquila, tal vez esa mujer, podría ayudarle a lograrlo. Cerró los ojos y se quedó dormida.
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Y seguimos!!! Gracias por leernos.
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NIGHTDALE
Teen Fiction.: LABERINTO:. Suja, Owen, Vyr y Azra son cuatro amigos que viven en un pueblo bastante grande, pero no lo suficiente como para que pase algo siniestro sin que nadie se entere. La adolescencia y las fuerzas oscuras del mal no suelen ser una mezcla b...