32. Confianza

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Media hora más tarde, Rhyss le había llevado la ropa de recambio y por fin se dirigía al Instituto con una bici que había tomado prestada.

Abel estaba junto a su moto, esperando. Llevaba gafas de sol y ropa de cuero. Se estaba fumando un cigarrillo que iba ya por la mitad. Seguramente llevaba allí unos minutos, largos.Vyr llegó de repente, derrapando con una bici que no llevaba ni sillín. Por su velocidad, la estampó contra la pared, saltando justo a tiempo. Iba vestida con un atuendo más recio que la noche anterior. Los pantalones eran ajustados pero tenían un diseño deportivo, por lo tanto elásticos, y el resto era de cuero, escondiendo más armas bajo la chaqueta de las que nadie podría imaginar.

- Buenas tardes y eso.- El moreno giró la cabeza al verla, alzando una ceja.


- ¿Te has quedado dormida? - preguntó, mirándola de arriba a abajo.

- Sólo un poco - contestó mientras se recogía el pelo en una coleta bien apretada -. ¿Vamos en...tu moto? - preguntó, con una sonrisa repentina. Tenía prisa por que no quería que Suja los viese.

Él asintió y le pasó su casco, tiró la colilla al suelo y la pisoteó bien antes de subir a la moto. A pesar de la situación que les esperaba, ella aceptó el casco con gusto y subió detrás, apretándose bien a él para que notase todo el metal que llevaba debajo. Una amenaza bien clara.

- Hay que ir a la parte del pueblo con fábricas abandonadas - le dijo, intentando acercarse un poco a pesar del casco.


Abel encendió el motor y asintió sin mencionar otra palabra más. Condujeron con tranquilidad entre las calles de Nightdale, como si se tratara de un paseo normal y no de algo que probablemente terminaría en sangre.

La cazadora estaba nerviosa y sin querer, se puso a temblar un poco. No era para menos. La vida de los perros e incluso del cazador estaban en sus manos. ¿Y si había tomado una mala decisión intentando prepararles una reunión? Unos diez minutos más tarde, habían alcanzado sin problema la parte externa y vieja del pueblo. Las calles eran muy anchas y polvorientas, la maleza había crecido por todos lados y había más óxido que en todo el pueblo entero.

Uno de los lobos, un hombre rubio de melena larga estaba de cuclillas sobre una viga de metal, a mas de tres metros del suelo. Era al primero que se le veía por estar más cerca y había dos figuras mucho más allá, una de ellas alta y de brazos cruzados.

Un chico delgado con un jersey de cuello alto y negro, les miró con seriedad junto al de los brazos cruzados.

Abel se detuvo a una distancia prudencial y los fulminó con la mirada. Apagó el motor y esperó a que Vyr se bajara para poder hacerlo él. La cazadora hizo lo propio y dejó el casco sobre el asiento mientras le miraba muy fijamente, vigilando sus movimientos.


- ¿Qué harás si resultasen ser inocentes? - preguntó, interesada y seria.El hombre la miró de reojo y bufó no muy contento.

- Están en tu territorio, los dejaría como tu responsabilidad - rumió a regañadientes, desmontando por fin.

- Normalmente los habitantes del submundo que dan problemas los dan a la primera de cambio y éstos llevan aquí ya unos cuantos días...así que te agradezco que no les hayas disparado - bufó, tensándose cuando vio cómo Ans descendía a peso muerto hasta el suelo, demasiado cerca de ellos, gruñendo. No pudo evitar mandarle una mirada amenazadora como advertencia. Abel los estudiaba con detalle, quizá para no olvidar sus caras. Aparentemente relajado, estaba claro que podría atacar sin dudar un instante.

Matras trataba de no parecer demasiado nervioso, pero al ver que nadie más decía nada, se armó de valor y avanzó hasta detenerse junto a Ans, quizá para poder estar a su alcance si el rubio decidía cometer una locura.

- Tranquilo todo el mundo, maldita sea - rumió la chica, desabrochándose la chaqueta para mostrar una ristra de cuchillos pequeños en sus fundas.


- ¿Vamos a hablar de verdad? ¿No es una trampa? - preguntó Leo, acercándose lo justo. Pero estaba claro que se fiaba más de Vyr que de Abel y que aun así guardaba las distancias...no como Ans, al que la cazadora tuvo que detener con una mano en el aire, cruzando hasta donde estaba para arrearle una colleja.

- ¿Te quieres comportar? - le riñó como si fuese un crío. Abel miró a la cazadora unos segundos, luego de centrarse en los tres licántropos.

- Pues comenzad - dijo seriamente -. Vyr asegura que no estuvisteis mezclados con los asesinatos... convencedme de ello... - siseó lo último con un tono claro de amenaza, como si quisiera pasarse a las tortas. Era evidente que así era. Con un asentimiento, Vyr volvió junto a Abel, dándole las gracias en un susurro cerca de la oreja.

- Vamos, contadle lo que me contasteis por la noche. Hace mucho tiempo que no hay licántropos en Nightdale...no hagáis que vuelvan a escasear - relajando los músculos pero cruzándose de brazos, hizo un asentimiento para los lobos.

NIGHTDALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora