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Si te hace feliz, trataré de no repudiar tanto a los humanos —le dijo Caín sin soltarlo.

Hazlo por ti... hijo— habló Israel sonriendo y abrazando igual de fuerte a ambos— recuerden hijos míos, el pasado no nos convierte en quienes somos, ustedes no son esclavos de sus errores, cuando puedan liberarse de las culpas, vivirán una buena vida.

Esa noche, Caín y Abel permanecieron con su padre hablando y riendo, mientras tanto Axel y Silver haciendo lo mismo hasta que entraron a dormir, pues a diferencia de los mayores, necesitaban el descanso.

Israel finalmente les dijo que entraran a la casa, cada uno se fue a su habitación, Silver y Axel estaban durmiendo en el cuarto del mayor, Israel fue a su dormitorio para leer, pues no necesitaba el descanso en realidad.

Caín estaba en su habitación con las luces apagadas, tenía un ventanal donde lo único que daba luz era la luna, un brillo azulado, él permanecía sentado únicamente acompañado por aquella luz y mirando las estrellas en soledad y silencio.

Edward—

Rápidamente Caín miró afuera de la casa, donde el bosque, juraba haber oído algo, pero no estaba seguro.

Esas voces de nuevo... ¿Acaso no me dejarán tranquilo algún día? —preguntó retóricamente a la nada.

Sus amarillentos ojos tenían cierto brillo en la oscuridad, cerró sus parpados, en momentos como esos extrañaba dormir, ya había olvidado como se sentía descansar.

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Dos días habían pasado, la humanidad se había defendido, todos tomaron medidas de seguridad ante el ataque de los inmortales, las ciudades de día eran más tranquilas, tanto mortales como inmortales habían perecido, la humanidad no tardó mucho en descubrir que los inmortales eran vulnerables ante el fuego, y que también eran más hábiles de noche que de día, por lo que las personas solo salían por lo esencial, ya que de noche, todos trataban de sobrevivir, un miembro de cada familia debía hacer guardia por si algún inmortal trataba de entrar, estos así mismo eran quemados.

A diferencia de las cacerías de antes, los inmortales los mantenían más a raya, mientras Velasco miraba desde arriba como los pobres humanos se defendían como podían; El gobierno humano estaba discutiendo qué medidas tomar, por otra parte, Velasco estaba ingeniándoselas para invadir el gobierno mortal y acabarlo, para que todo le pertenezca a los inmortales.

Señor Velasco... ya están aquí— le informaron al mencionado.

Excelente, poco a poco los inmortales irán tomando lo que por derecho es nuestro, los más fuertes deben ser quienes gobiernen— habló Velasco, a lo que sus seguidores afirmaron— diles que pasen— le pidió al chico que había entrado, por lo que de la puerta una mujer y un joven ingresaron a la sala.

Usted debe ser el famoso Velasco Autumn, yo soy Larry Branwen— habló el joven.

Yo soy Olivia Ague, es un placer conocerlo señor Velasco— saludó la mujer moviendo sus rubios cabellos.

Ambos jóvenes tenían unos deslumbrantes ojos rojizos.

Bienvenidos chicos, están en lo correcto, soy Velasco, quien dirige la guerra contra la humanidad, yo los llamé aquí— afirmó Velasco sonriendo— Larry, la cabeza del palacio Oeste, de la familia de los Branwen, y usted, no es la cabeza de la familia— dijo Velasco al mirar a la rubia.

Correcto, mi hermana Camila Ague no pudo venir, mi hermano y ella están atendiendo unos asuntos— le mencionó la chica— yo soy la segunda, por lo que pensamos que no habría problema.

Para nada, aunque me hubiera gustado hablar con las cabezas de las familias, pero bueno, la familia del Este está aquí, es lo que importa— dijo Velasco, por lo que ambos chicos esperaron a que prosiguiera— la razón por la que invité a las familias imperiales fue... —Velasco iba a hablar hasta que Larry lo interrumpió.

¿Dónde está la familia del Norte? —consultó el joven.

Desafortunadamente ellos no están dispuestos a discutir, no como ustedes— prosiguió el hombre de capa rojiza— como iba diciendo, la guerra contra la humanidad ha avanzado bien, lo único es que algunos del Norte están peleando contra nuestros seguidores, mandados por la familia Belladona por supuesto.

Estamos informados, dígame señor Velasco ¿Por qué deberíamos unirnos a su causa? ¿No cree que deberíamos de seguir a la familiar principal? —consultó Larry.

Buena observación joven Branwen, pero ustedes son chicos muy listos, los Belladona, aunque siempre han tenido la intención de mantener un tipo de balance con la humanidad, los humanos jamás van a respetar dicho balance, yo creo que quienes deberían estar al mando son los inmortales, aquellos superiores, aquellos arriba de toda la cadena alimenticia, yo creo en el cambio, y el progreso, siempre y cuando decidan apoyarnos, o vivir en una sociedad mediocre con los Belladona— les dijo Velasco, ambos chicos se miraron por un momento.

Los Belladona creen en que deberíamos mantenernos ocultos de la humanidad, para prevenir las cacerías de hace cientos de años— mencionó la chica.

Eso ha funcionado durante mucho— agregó el chico— ¿Por qué querríamos arriesgar nuestra pacifica existencia? Aunque con el alboroto que usted ha causado, nuestro trabajo como familias imperiales se ha ido a la basura.

Entiendo sus posiciones jóvenes, de verdad que sí, pero aún no toman en cuenta que, al ser nosotros los gobernantes, no tendríamos que escondernos jamás, seríamos... libres— les dijo Velasco.

Ambos chicos se quedaron pensativos, se miraron unos segundos.

¿Libertad para todos? —preguntó Larry.

Así es joven, lo que, es más, los que están bajo su mandato, tanto del Este como del Oeste, no tendrían más miedo a que los humanos los lastimen, y las muertes de aquellos que ya no están, no serán en vano— dijo esto tomando una rosa de un florero y aplastándola.

¿Qué esperas que hagamos? ¿Pelear con los Belladona? —preguntó Larry.

Solo deben prestarme sus dones, es momento que las familias imperiales muestren su compromiso con el pueblo, y la tiranía humana termine— dijo Velasco, ambos chicos lo miraron y asintieron.

Ambos habían caído en el juego de Velasco.

Frederick se encontraba casi inerte en el piso, el brillo en sus ojos se había ido, perdió la noción de los segundos, de los minutos, las horas, los días, de todo, morir ya no le parecía mala idea, quizá solo el pensamiento de sus hijos le hacía tener una pizca de luz en aquel infierno donde estaba.

Una vez más la puerta ruidosa se abrió.

Velasco ingresó acompañado de dos jóvenes.

Buenos días, Frederick— le saludó Velasco.

¿Qué significa esto? —consultó Larry desconcertado.

Él es Frederick Ossian, posee un don poderoso y útil— les dijo Velasco.

Eso explica las cadenas— Agregó Olivia.

Resiste más de lo que parece, llevamos torturándolo por días, pero mírenlo, aun no ruega que lo matemos, encantador ¿No creen? —les preguntó Velasco tomando el rostro de Frederick.

La Enfermedad Llamada Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora