Perfecto, espero que las familias de los invitados de honor también estén— le dijo Velasco sonriendo de manera retorcida.
Por supuesto señor, como solicitó, las familias de los que poseen dones fueron invitados, aunque...— Velasco miró al escuchar aquello, y esperó a que termine de decirle el inconveniente— Verá, con el clan Ossian, mencionó que el mayor solo tenía dos hijos.
Y así es— Le confirmó Velasco pisando los dedos del hombre con sus relucientes zapatos negros— ¿Cuál es el problema?
Bueno, es que vimos a un chico extraño cuando llegábamos, de hecho, él le avisó al hijo mayor de los Ossian que llegábamos, y no se parecía a ninguno de los que usted nos mostró— le confesó aquel hombre quien sentía más dolor, pues Velasco le pisaba los dedos con mayor fuerza.
Imposible, probablemente se trata de algún hijo de los otros dos hermanos, o del mismo Frederick— argumentó Velasco.
No señor, cuando dio la orden de ir por esa familia...investigamos lo más posible, el chico que vimos, nunca lo habíamos visto— al hombre se le hacía cada vez más difícil hablar, pues Velasco aplicaba demasiada fuerza en su pie.
¿Qué...? ¿Acaso los Ossian escondieron un hijo? Qué curioso— dijo Velasco en un tono algo sádico, con una sonrisa, y finalmente, pisando con fuerza, provocando así un crujido intenso pero seco, eran los huesos del hombre rompiéndose, para Velasco no era importante, pues los inmortales se regeneraban rápidamente de ese tipo de heridas.
Velasco caminó un poco, aquello lo había dejado pensativo, por lo que decidió entrar al cuarto donde llevaban torturando a Frederick durante horas.
El hombre se encontraba en el piso agitado, sus heridas recién se habían curado, por lo que, pese a que su cuerpo no presentaba heridas superficiales, el agotamiento y el dolor le afectaban psicológicamente, el dolor que sentía era real, ser inmortal no lo hacía inmune a la sensación, a su parecer jamás te puedes acostumbrar a ser herido, no importa cuántas veces te lastimen.
Vaya, al parecer era cierto que los que poseen algún don tienen cualidades regenerativas más veloces que un inmortal promedio, teoría uno probada— decía Velasco fingiendo que tacha algo en el aire, Frederick levantó el rostro para mirarlo, la ropa de este estaba rasgada, casi destruida, también estaba sudando y agitado, sin mencionar que las cadenas le dejaban marcas que, aunque se curaran volvían a aparecer.
¿Qué quieres? —le dijo Frederick por lo bajo, su voz estaba algo gastada, quizá por tanto gritar.
Tranquilo, no te emociones— decía Velasco levantando la cabeza de Frederick con la punta de su zapato— estoy aquí para preguntarte algo relacionado a tu familia.
Frederick al oír eso se quedó pálido.
Dijiste que dejarías a mi familia fuera de esto— le reclamó.
Relájate, no era nada malo, aunque tampoco creo que estés en posición de exigir algo— le dijo Velasco agachándose para mirarlo mejor.
Por favor... no metas en mi familia en esto...— le suplicó Frederick sintiendo como le picaban sus ojos, aun con todas las torturas que pasaba sin descanso, ninguna lo hizo sentir así, el hecho de saber que tu familia corriera peligro y no poder hacer nada.
No me digas que vas a llorar, que divertido, deben impórtate mucho ¿No? —le decía Velasco riendo un poco ante las súplicas del hombre.
Frederick solo apretó los dientes.
Cuando me libere de aquí...— trató de decir Frederick, pero Velasco habló antes.
Adivinaré, vas a usar tu don contra mí, que miedo tengo— se burlaba Velasco— no eres el único con un don aquí, ¿Sabes?, yo te sugeriría dejar de hacerte el duro— le sugirió Velasco— acostúmbrate a verme desde abajo.
Frederick se sintió intimidado ante aquel hombre.
¿Qué es lo que quieres? —dijo Frederick dándose por vencido, quizá las torturas y el esfuerzo psicológico que hacía le comenzaban a cobrar.
Me alegra que estemos en el mismo canal, solo es algo pequeño por lo que vine, es sobre tu hermano mayor— Frederick al oír aquello levanto su cabeza con brusquedad— vaya, creo que intuyes a lo que voy, que bueno. Israel Ossian, según mis registros tiene dos hijos, Caín Ossian y Abel Ossian, pero mis hombres vieron a cierto chico de cabellos negros cuando llegaban a su casa, creo que puedes decirme ¿Quién es ese chiquillo?
¿Por qué estaban en su casa? —preguntó Frederick algo asustado por lo que le decía Velasco.
No es importante ahora, lo que quiero saber es ¿Quién demonios es ese niño? Respóndeme, no soy muy paciente— amenazó Velasco tomando el rostro de Frederick con sus manos cubiertas por sus guantes tan oscuros como su vestimenta.
Él... es...nadie— Frederick no quería hablar, así que optó por no hacerlo.
Ya veo, voluntad fuerte, me molesta un poco— Velasco ya no tenía su sonrisa, ahora era serio, y algo enojado, por lo que soltó el rostro de Frederick— creó que necesitas que te corten la lengua, total, volverá a crecer— dijo retomando su sonrisa— y las veces que te crezca deberían de volver a cortarla, así hasta que quieras usarla de forma correcta.
Los ojos de Frederick temblaban al mirar el rostro del hombre, quien en la oscuridad resaltaban aquellos ojos rojizos que, aunque eran similares a los propios, por alguna razón, los de Velasco eran aterradores.
Ya basta... —Frederick estaba en su límite.
Pero si apenas comenzamos a jugar, cada vez que no digas algo que te pregunto, además de perder tu lengua, creo que seguirán atravesándote con cosas— le dijo Velasco, Frederick solo divisó en la oscuridad al hombre quien lo llevaba torturando durante horas, tenía una especie de llave de hierro la cual encajaba en alguna parte de su torso, abdomen o costado y ahí la cerraba y abría, o arrancaba pedazos de piel.
¿Hasta cuándo seguirás haciendo esto? —le preguntó Frederick con la voz ya casi muerta.
Veremos Frederick, pasado mañana vendrá una persona a verte, creo que te hará ver las cosas de otra forma, mientras te divertirás mucho aquí— le comentó Velasco levantándose y caminando a la puerta.
¿Dónde nos quedamos? —le dijo el hombre que sostenía la llave de hierro, quien tenía una especie de mesita con ruedas llena de artefactos filosos y algunos artículos médicos, entre ellos un bisturí.
Velasco cerró la puerta tras suyo, y con ello los gritos desgarradores de dolor y sufrimiento de Frederick se perdieron entre las paredes que impedían el paso de estos.
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La Enfermedad Llamada Amor.
VampireEl amor no distingue razas, existe para ser compartido por todos, nos llega en el momento menos indicado, y se puede ir en el momento más inesperado. Silver Blair, un muchacho que al vivir su monótona vida al lado de su mejor y único amigo Axel...