𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎

𝒞𝒾𝑒𝓃𝓉𝑜 𝓉𝓇𝑒𝒸𝑒

𝔚𝔢𝔩𝔠𝔬𝔪𝔢 𝔱𝔬 𝔱𝔥𝔢 𝔣𝔞𝔪𝔦𝔩𝔶

Omnisciente

El sol fue ascendiendo por el cielo de Hogwarts y el Gran Comedor se llenó de luz y de vida. Harry se convirtió en parte indispensable de las confusas manifestaciones de júbilo y de dolor, de felicitación y de duelo, pues todos querían que estuviera allí con ellos, que fuera su líder y su símbolo, su salvador y su consejero. Por lo visto, a nadie se le ocurría pensar que el muchacho no había dormido nada, o que sólo anhelaba la compañía de unos pocos amigos. Pese al cansancio, tenía que hablar con los desconsolados, tomarlos de las manos, verlos llorar, recibir sus palabras de agradecimiento. A medida que transcurría la mañana, iban llegando noticias: los que se encontraban bajo la maldición imperius —magos de todos los rincones del país— habían vuelto en sí; los mortífagos que no habían sido capturados huían; estaban liberando a todos los inocentes de Azkaban; a Kingsley Shacklebolt lo habían nombrado provisionalmente ministro de Magia...

El cadáver de Voldemort fue trasladado a una cámara adyacente al Gran Comedor, lejos de los cadáveres de las cincuenta personas que habían muerto combatiéndolo. La profesora McGonagall volvió a poner en su sitio las mesas de las casas, pero ya nadie se sentaba según la casa a que pertenecía, sino que estaban todos entremezclados: profesores y alumnos, fantasmas y padres, centauros y elfos domésticos. Firenze se recuperaba tumbado en un rincón, Grawp contemplaba el exterior por una ventana rota, y la gente comía entre risas.

Para sorpresa de muchos, Narcissa se había ido a sentar con las Rose y su hijo.

—Supongo que...lamento lo de tu hermana, Narcissa —le dijo Mer.

La mujer se encogió de hombros

—No importa —dijo, y compartió una pequeña sonrisa complice con su hijo.

—Dak —todos voltearon a ver a Lupin—, ¿quieres ayudarnos a sacar el cadaver de tu papá? —le preguntó con una sonrisa. Sabia que seria algo que la pelirroja disfrutaría mucho

—Oh, claro. Tengo que recoger mi basura, ¿cierto? —dijo mientras se levantaba

Antes de hacer cualquier cosa, la chica se arrodilló al lado de su papá

—Esto es mío —dijo mientras tomaba su varita y la limpiaba en su ropa, como si el hecho de que hubiera estado en las manos de su papá, la repulsara. Lo cual, así era.

La chica se guardó la varita y empezó a hurgar en los bolsillos de su papá

—¿En serio, Dakota? ¿Que es? ¿Un adelanto de tu herencia? —le preguntó Draco, mientras se arrodillaba al otro lado del cadaver de Derek

—No...créeme, no quiero nada que venga de el. Suficiente tengo con su ADN y apellido —dijo, para después meter las manos en los bolsillos adentro del saco de su padre—. Estoy buscando...esto —dijo mientras sacaba su broche de araña—. Esto también es mío —le dijo al cadaver, para después sacarle la lengua.