𝒪𝒸𝒽𝑒𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝒸𝒾𝓃𝒸𝑜

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Omnisciente

Cruzaron el umbral, mirando a diestro y siniestro. El dormitorio de Regulus era más pequeño que el de Sirius, aunque en él reinaba la misma atmósfera de antiguo esplendor. Y si bien Sirius había querido subrayar que él era diferente del resto de la familia, su hermano se había esforzado en demostrar todo lo contrario. Los colores esmeralda y plateado de Slytherin se veían por todas partes, tanto en el cubrecama y las cortinas de las ventanas como en la tela que forraba las paredes; el emblema de la familia Black estaba esmeradamente pintado encima de la cama, junto con su lema «Toujours pur», y debajo había una serie de recortes de periódico amarillentos que componían un irregular collage. Dakota cruzó la habitación para examinarlos.

—Todos hablan sobre Voldemort —dijo—. Por lo visto, Regulus ya era admirador suyo unos años antes de unirse a los mortífagos.

Dakota se sentó en la cama para leer los recortes y la colcha desprendió una nube de polvo. Hermione se acercó a ella y empezó a hacer lo mismo. Harry, entretanto, había reparado en otra fotografía de un equipo de quidditch de Hogwarts que sonreía a la cámara y saludaba con la mano. Se acercó más y vio las serpientes de Slytherin estampadas en el pecho de los jugadores. A Regulus lo reconoció al instante: era el chico sentado en medio de la fila delantera; tenía el mismo pelo castaño oscuro y el mismo aire ligeramente altivo que su hermano, aunque era más bajo, más delgado y bastante menos atractivo que Sirius.

—Era buscador —comentó Harry.

—¿Qué dices? —preguntó Hermione, todavía enfrascada en la lectura de los recortes de prensa referentes a Voldemort.

—Está sentado en medio de la fila delantera; ahí es donde se coloca el...Nada, da lo mismo —dijo Harry al percatarse de que nadie lo escuchaba, puesto que Ron estaba a cuatro patas buscando bajo el armario.

Harry se puso a buscar en toda la habitación, pero no encontró nada.

—Hay otra manera más fácil de buscarlo... —sugirió Hermione mientras Harry se limpiaba los dedos pringosos de tinta en los pantalones. Levantó la varita y exclamó —: ¡Accio guardapelo!

Pero no pasó nada. Ron, que rebuscaba entre los pliegues de las descoloridas cortinas, pareció decepcionado.

—Bueno, entonces, ¿está aquí o no está?

—Podría estar, pero bajo contrasortilegios —repuso Hermione—, o sea, encantamientos para impedir que se lo convoque mediante magia.

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora