𝒯𝓇𝑒𝒾𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝒸𝒾𝓃𝒸𝑜

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𝔗𝔥𝔢𝔰𝔱𝔯𝔞𝔩𝔰

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𝔗𝔥𝔢𝔰𝔱𝔯𝔞𝔩𝔰

Omnisciente

El domingo por la mañana, Hermione volvió a la cabaña de Hagrid caminando con dificultad por la capa de medio metro de nieve que cubría los jardines. A Harry y a Ron les habría gustado acompañarla, pero la montaña de deberes había vuelto a alcanzar una altura alarmante. Dakota, por otro lado, tenía planeado acompañar a su amiga, pero no se sentía con ánimos, ya que todo el peso de su ruptura con Malfoy le cayó encima como un balde de agua fría. Así que se quedaron de mala gana en la sala común e intentaron ignorar los gritos de alegría provenientes de los jardines, donde los alumnos se divertían patinando en el lago helado, deslizándose en trineo y, lo peor de todo, encantando bolas de nieve que volaban a toda velocidad hacia la torre de Gryffindor y golpeaban con fuerza los cristales de las ventanas.

—¡Ya está bien! —estalló Ron, que finalmente había perdido la paciencia, y sacó la cabeza por la ventana—. Soy prefecto, y si una de esas bolas de nieve vuelve a golpear esta ventana... ¡Ay! —Metió la cabeza rápidamente. Tenía la cara cubierta de nieve—. Son Fred y George —dijo con amargura, y cerró la ventana—. ¡Imbéciles!

Dakota tenía la mirada perdida y ni siquiera ver a Ron con la cara cubierta de nieve, la hizo sonreír.

—Malfoy... —empezó Harry al ver los ojos cristalizados de la pelirroja—...era muy poco para ti. Tú te mereces lo mejor, Bee

Eso hizo que la pelirroja le dedicara una pequeña sonrisa.

La noticia de que Draco Malfoy y Dakota Rose habían terminado, se corrió como pólvora, al igual que cuando empezaron a salir. Cuando iniciaron su relación, todos estaban sorprendidos de que un chico Slytherin y una chica Gryffindor (en especial que fueran Draco Malfoy y Dakota Rose), se sorprendían cada vez que los miraban tomados de las manos, abrazados o cuando veían a Dakota con el anillo o con alguno de los suéteres de Slytherin de Draco. Pero con el tiempo, se acostumbraron. Y se les hacía algo completamente normal. Incluso, aunque se les hacían una pareja inusual, la mayoría consideraban que eran demasiado tiernos y, que a pesar de que se habían insultado demasiadas veces entre otras cosas, se querían mucho.

Apenas habían terminado ayer, por lo que era increíble que tan rápido se había corrido la noticia. Pero Dakota tenía una idea de cómo había pasado. Draco de seguro se lo contó a uno de sus amigos, Pansy lo escuchó y corrió la noticia. Tal vez a través de Myrtle.

Hermione volvió de la cabaña de Hagrid poco antes de la hora de comer, temblando ligeramente y con la túnica mojada hasta las rodillas.

—¿Y bien? —le preguntó Ron, que levantó la cabeza al verla llegar—. ¿Ya le has programado las clases?

—Bueno, lo he intentado —contestó ella con desánimo, y se sentó en una butaca al lado de Harry. Luego sacó su varita mágica e hizo un complicado movimiento con ella. Del extremo salió un chorro de aire caliente que Hermione dirigió hacia su túnica, y ésta empezó a despedir vapor hasta que se secó por completo—. Ni siquiera estaba en la cabaña cuando he llegado, y he pasado media hora llamando a la puerta. Hasta que he visto que venía del bosque...

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora