𝒮𝑒𝓈𝑒𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝒸𝓊𝒶𝓉𝓇𝑜

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ℜ𝔦𝔫𝔤

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ℜ𝔦𝔫𝔤

Omnisciente

Una vez más la nieve formaba remolinos tras las heladas ventanas; se acercaba la Navidad. Como todos los años y sin ayuda alguna, Hagrid ya había llevado los doce árboles navideños al Gran Comedor; había guirnaldas de acebo y espumillones enroscados en los pasamanos de las escaleras; dentro de los cascos de las armaduras ardían velas perennes, y del techo de los pasillos colgaban a intervalos regulares grandes ramos de muérdago, bajo los cuales se apiñaban las niñas cada vez que Harry pasaba por allí. Eso provocaba atascos en los pasillos, pero, afortunadamente, en sus frecuentes paseos nocturnos por el castillo Harry había descubierto diversos pasadizos secretos, de modo que no le costaba tomar rutas sin adornos de muérdago para ir de un aula a otra.

Dakota y Harry estaban en la biblioteca. Últimamente, casi no tenían tiempo para hablar. Debido a que Harry estaba con Ron y Dakota con Hermione. Por eso, el chico solo encontraba tiempo para hablar con sus dos amigas en la noche.

—¿Ya tienes pareja para la fiesta con Slughorn? —le preguntó Harry

—Si —dijo la pelirroja—. ¿Porque?

—Bueno, pensé qué, como ninguno de los dos podemos ir con quien nos gusta, tal vez podríamos ir juntos. Como amigos —dijo

Dakota dejo su tarea de poner los libros en su lugar (aunque en realidad se acomodaban prácticamente solos), y lo volteó a ver.

—¿Como no se me ocurrió? —se lamentó—. Bueno, puedes ir con quienquieras, ¿no? Estoy segura de que las chicas están poniendo más muérdagos de los qué se supone que debe de haber —la chica se cambio de lugar.

Le dio la espalda a Romilda, para que Harry la viera

—Esa chica del fondo...es Romilda Vane —dijo, mientras la chica le sonreía a Harry—. Al parecer quiere darte una poción de amor.

—¿Ah, si?

Al ver que no le daba mucha importancia, y que por el contrario se mostraba interesado en Romilda, Dakota le tronó los dedos en la cara.

—¡Oye! —le reclamó—. Solo le interesas porque cree que eres el Elegido.

—Pero soy el Elegido

Dakota lo golpeó en la cabeza con el pergamino que tenia

—Lo siento...bromeaba. Invitaré a alguien que me agrade, a alguien interesante. Espera...¿de donde saco la poción? Pensaba que no es fácil de realizar

—Y no lo es —dijo Dakota—. Ella, y una docena de chicas, compraron filtros de amor en la tienda de Fred y George. Que, me temo, si funcionan.

—Espera un momento —dijo de pronto—. Creía que Filch había prohibido los productos comprados en Sortilegios Weasley.

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora