𝒮𝑒𝓉𝑒𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝓈𝑒𝒾𝓈

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Omnisciente

Se suspendieron las clases y se aplazaron los exámenes. En los dos días siguientes, algunos padres se llevaron a sus hijos de Hogwarts; las gemelas Patil se marcharon la mañana después de la muerte de Dumbledore, antes del desayuno, y a Zacharias Smith fue a recogerlo su altanero padre. Seamus Finnigan, en cambio, se negó rotundamente a acompañar a su madre a casa; discutieron a gritos en el vestíbulo, y al final ella permitió que su hijo se quedara hasta después del funeral. Seamus les contó a Harry y Ron que a su madre le había costado mucho encontrar una cama libre en Hogsmeade porque no cesaban de llegar al pueblo magos y brujas que querían presentarle sus últimos respetos a Dumbledore.

Los estudiantes más jóvenes se emocionaron mucho cuando vieron por primera vez un carruaje azul pálido, del tamaño de una casa y tirado por una docena de enormes caballos alados de crin y cola blancas, que llegó volando a última hora de la tarde —el día antes del funeral— y aterrizó en el borde del Bosque Prohibido. Harry y Dakota, desde una ventana, vieron a Madame Maxime que bajaba los escalones del carruaje y se lanzaba a los brazos del sollozante Hagrid.

Entretanto, iban acomodando en el castillo a una delegación de funcionarios del ministerio, entre ellos el ministro de Magia en persona. Harry evitaba con diligencia cualquier contacto con ellos, aunque estaba seguro de que, tarde o temprano, volverían a pedirle que relatara la última excursión de Dumbledore.

Harry, Ron, Dakota, Hermione y Ginny siempre estaban juntos. Hacía un tiempo espléndido que parecía burlarse de ellos.

Dos veces al día iban a la enfermería. A Neville ya le habían dado el alta, pero Bill seguía bajo los cuidados de la señora Pomfrey. Tenía unas cicatrices horribles; de hecho, se parecía mucho a Ojoloco Moody, aunque por fortuna conservaba tanto los ojos como las piernas; pero su carácter no había cambiado. La principal diferencia es que enseguida desarrolló una gran afición a los filetes de carne poco hechos.

"Es una suegte que se case conmigo —había dicho Fleur alegremente mientras le arreglaba las almohadas a Bill—, pogque los bguitánicos cocinan demasiado la cagne, siempgue lo he afigmado."

—Supongo que tendré que aceptar que es verdad que se va a casar con ella —suspiró Ginny esa noche. Los cinco estaban sentados junto a la ventana abierta de la sala común de Gryffindor, contemplando los jardines en penumbra.

—No está tan mal —dijo Harry—. Aunque es muy fea —se apresuró a añadir al ver que Ginny arqueaba las cejas, y ella soltó una risita de resignación.

—En fin, si mi madre la soporta, yo también puedo hacerlo.

—Fleur es buena persona. Solo... necesitas conocerla un poco más —dijo Dakota

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora