𝒞𝒾𝓃𝒸𝓊𝑒𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝓊𝓃𝑜

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ℑ 𝔩𝔬𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔭𝔭𝔶 𝔢𝔫𝔡𝔦𝔫𝔤𝔰

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Omnisciente

Ni Hermione, ni Harry sabían hacia donde se dirigía su amiga. Dakota bajó por la escalera que conducía al vestíbulo. Se oían voces y ruido de cubiertos y platos provenientes del Gran Comedor; era difícil creer que seis metros más allá hubiera gente cenando tranquilamente, que celebraba el final de los exámenes sin nada de qué preocuparse...

Dakota salió por las puertas de roble del castillo y bajó la escalera de piedra, donde la recibió la templada y agradable brisa de la tarde. El sol estaba poniéndose por detrás de las copas de los árboles del Bosque Prohibido, y mientras Dakota caminaba decidida por la extensión de césped, seguida de Harry y Hermione (la profesora Umbridge tenía que correr para seguirles el ritmo), las largas y oscuras sombras del bosque ondulaban sobre la hierba detrás de ellos como si fueran capas.

—Está escondida en la cabaña de Hagrid, ¿verdad? —aventuró la profesora Umbridge, impaciente, al oído de Harry.

—Claro que no —repuso Dakota en tono mordaz—. Hagrid podría haberla puesto en marcha accidentalmente.

—Ya —dijo la profesora asintiendo con la cabeza; su emoción iba en aumento—. Sí, claro, seguro que la habría puesto en marcha, ese híbrido es un bruto.

La mujer rió y Harry sintió un irrefrenable impulso de darse la vuelta y agarrarla por el cuello, pero se contuvo.

—Bueno, ¿dónde está? —preguntó la profesora con un deje de incertidumbre en la voz al ver que Dakota seguía caminando a grandes zancadas hacia el bosque.

—En el bosque, ¿dónde quiere que esté? —contestó la chica, y señaló los frondosos árboles—. Había que guardarla en un sitio donde los estudiantes no pudieran encontrarla por casualidad, ¿no le parece?

—Sí, claro —concedió la profesora Umbridge, aunque parecía un poco preocupada—. Claro, claro...Muy bien, pues...vayan ustedes tres delante.

—Si hemos de ir nosotros delante, ¿puede prestarnos su varita? —preguntó Harry.

—Nada de eso, señor Potter —repuso la profesora Umbridge con falsa ternura, y le clavó la punta en la espalda—. Me temo que el Ministerio valora mucho más mi vida que la de ustedes tres.

—Algo difícil de creer —murmuró Dakota para si misma.

Cuando llegaron bajo la sombra que proyectaban los primeros árboles, Harry y Hermione intentaron captar la mirada de Dakota, pues entrar en el bosque sin varitas les parecía algo mucho más imprudente que todo lo que habían hecho aquella tarde. Sin embargo, Dakota se limitó a lanzar a la profesora Umbridge una mirada de desprecio y se metió sin vacilar entre los árboles; caminaba tan deprisa que la profesora Umbridge se veía en apuros para seguirla a causa de lo cortas que eran sus piernas.

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora