𝒞𝓊𝒶𝓇𝑒𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝒸𝒾𝓃𝒸𝑜

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ℜ𝔲𝔫!

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Omnisciente

—Hermione, Dakota, supongo que ahora lamentan haberse dado de baja de Adivinación, ¿verdad? —comentó Parvati con una sonrisita de suficiencia.

Era la hora del desayuno, dos días después del despido de la profesora Trelawney, y Parvati se estaba rizando las pestañas con la varita y examinaba el resultado en la parte de atrás de una cuchara. Aquella mañana iban a tener la primera clase con Firenze.

—Pues no, la verdad —contestó Dakota con indiferencia mientras se limpiaba el labial rojo de las comisuras, usando la parte de atrás de la cuchara como su fuera un espejo

—Si...Además, nunca me han gustado los caballos —dijo Hermione, también con indiferencia mientras leía El Profeta

Pasó la página del periódico y echó un vistazo a las columnas

—¡No es un caballo, es un centauro! —exclamó Lavender, indignada.

—Un centauro precioso, por cierto —añadió Parvati.

—Si, pero sigue teniendo cuatro patas —comentó Hermione fríamente

—Además, ¿ustedes dos no estaban disgustadas porque habían despedido a la profesora Trelawney? —les dijo Dakota, mientras bajaba la cuchara

—¡Y lo estamos! —le aseguró Lavender. Dakota volvió a subir la cuchara para continuar revisando su labial—. Fuimos a verla a su despacho y le llevamos un ramo de narcisos, y no eran de esos que graznan de la profesora Sprout, sino unos muy bonitos.

—¿Cómo está? —preguntó Harry

—No muy bien, pobrecilla —respondió Lavender con compasión—. Se puso a llorar y dijo que prefería marcharse para siempre del castillo a permanecer bajo el mismo techo que Dolores Umbridge, y no me extraña, porque la profesora Umbridge ha sido muy cruel con ella, ¿no les parece?

—Tengo la sospecha de que la profesora Umbridge no ha hecho más que empezar a ser cruel —dijo Dakota misteriosamente, mientras dejaba la cuchara en la mesa

—Imposible —terció Ron, que se estaba zampando un gran plato de huevos con tocino—. No puede volverse peor de lo que es

—Ya verás, intentará vengarse de Dumbledore por haber nombrado a un nuevo profesor sin consultarlo con ella —sentenció Hermione mientras cerraba el periódico

—Y más aún tratándose de un semihumano. ¿Se fijaron en la cara que puso al ver a Firenze? —comentó Dakota—. ¿Que opinas? —le preguntó a Hermione—. ¿Rojo, el rosa natural de siempre o sin labial?

—Rojo. Combina con tu cabello y tu uniforme. Además, el rojo siempre ha sido tu color —le dijo Hermione

—Dakota, ¿podrías dejar de ignorar a Malfoy? Es incómodo que se la pase viendo hacia acá —le dijo Ron

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora