𝒮𝑒𝓉𝑒𝓃𝓉𝒶 𝓎 𝓈𝒾𝑒𝓉𝑒

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Omnisciente

Dakota estaba en el patio trasero de Thistlehouse. Dentro de poco abandonarían temporalmente la casa y se irían a vivir por un tiempo a La Madriguera. Para ser más precisos, hasta que todo esto terminara y Dakota regresara de su aventura con sus amigos, de la cual, nadie sabía nada. Los cuatro amigos se lo habían tenido muy guardado. La razón por la que se irían, era porque Meredith y Dakota siempre habían vivido en aquella casa. Incluso, cuando Derek vivía con ellas. Era peligroso quedarse debido a que el hombre conocía la ubicación de la casa, y habían decidido que lo mejor era irse. Era más fácil que el encantamiento Fidelio; claramente eso no significaba que no sabrían en donde estaban, pero, ya que Dakota se iría, Mer se sentiría más segura en una casa con más personas. Y se irían en unos días, debido a que ya ninguna de las dos se sentía segura en su propia casa.

Dakota estaba jugando croquet. Tenía una falda de cuadros, una blusa negra, su abrigo rojo, mallas negras y botas también negras. Por supuesto también llevaba su labial rojo (multimedia).

La chica ya podía aparecerse. Por lo que, prácticamente, ya no recordaba cuando fue la última vez que caminó.

Dakota frunció el ceño levemente al sentir algo caliente en su mano.

"¿Debería?" Pensó, tras leer el mensaje.

Tenía cinco minutos para pensarlo.

Finalmente, decidió hacerlo. Dejó el palo de croquet. Y después, desapareció.

La chica volvió a aparecer en medio de un bosque. Volteó hacia atrás al escuchar un ruido, y después regresó su mirada al frente mientras se cruzaba de brazos.

—No deberíamos de estar haciendo esto —dijo Dakota, sin voltearse—. Es peligroso. Para ambos. Según tengo entendido, Quien-tu-sabes es muy bueno en legeremancia.

Finalmente, Dakota se dio la vuelta.

—Y yo soy bueno en oclumancia —se limitó a decir Draco. Dakota asintió levemente, todavía con los brazos cruzados.

—Aún así, sigue siendo peligroso —dijo Dakota, esbozando una diminuta sonrisa—. En especial para mi, según por lo qué me dijo Harry, soy un objetivo. Tal vez no uno principal como el, pero... —dejó su frase al aire y se encogió de hombros—. Aunque estoy segura de que soy el objetivo principal de mi papá.

—Necesitaba verte

—¿Por que?

—Para preguntarte...¿que pasará con nosotros?

Dakota bajo la mirada y después la regresó al chico mientras negaba levemente

—No se que quieres que te diga —admitió—. Tal vez...siempre fuimos un juego perdido —Malfoy asintió levemente, resignado—. Un juego que...no vale la pena —Draco bajo la mirada—. Pero quiero que valga la pena —dijo tras unos segundos de silencio, Draco la volteó a ver—. Y quiero transformar este juego...en algo favorable para ambos. En un juego en el que al final ganaremos. Hace un tiempo, leí un libro muggle llamado El Principito, y el principito estaba enamorado de una flor, pero no se la podía llevar, porque a él le encantaba viajar, entonces la tendría que arrancar y moriría. Hace referencia a que el amor no es posesivo, y que, algunas veces, hay que dejar ir. Y por eso, te dejaré ir, Draco. Por tu seguridad. Es peligroso que sepan que tienes algo conmigo. Pero...no quiero que sea algo permanente. Así que, yo creo...que continuaremos. Tú has lo tuyo, yo haré lo mío. Y, de la misma forma en la que continuaremos con nuestros asuntos, continuaremos con nuestra promesa.

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora