𝒞𝒾𝑒𝓃𝓉𝑜 𝓈𝒾𝑒𝓉𝑒

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𝔐𝔬𝔪!

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𝔐𝔬𝔪!

Omnisciente

En cuanto Alecto se tocó la Marca Tenebrosa con el dedo, a Harry le ardió ferozmente la cicatriz, perdió de vista la estrellada habitación y se encontró a los pies de un acantilado, sobre unas rocas contra las que batía el mar. Lo invadía una sensación de triunfo: "¡Tienen al chico!"

En ese momento oyó un fuerte estallido y se halló de nuevo en la sala; desorientado, levantó la varita, pero la bruja que tenía enfrente ya estaba cayendo hacia delante; la mujer dio tan fuerte contra el suelo que el cristal de las librerías tintineó.

—Estuviste increíble, Luna —le dijo Dakota con una sonrisa

—Nunca le había lanzado un hechizo aturdidor a nadie, salvo en las clases del Ejército de Dumbledore —comentó Luna con leve interés—. Ha hecho más ruido del que suponía.

Y no sólo ruido, pues el techo había empezado a temblar. Detrás de la puerta que llevaba a los dormitorios se oyeron pasos y gente que corría: el hechizo de Luna había despertado a los alumnos de Ravenclaw que dormían en el piso de arriba.

—¿Dónde están, chicas? ¡Tengo que meterme debajo de la capa!

Por fin Harry les vio los pies; corrió al lado de Dakota y la chica lo tapó con la capa invisible en el preciso instante en que se abría la puerta y un torrente de miembros de Ravenclaw, todos en pijama, irrumpía en la sala común. Cuando vieron a Alecto tendida en el suelo, inconsciente, gritaron sorprendidos. Poco a poco la rodearon, como si se encontraran ante una bestia que podía despertar y atacarlos. Entonces un valiente alumno de primer año se le acercó con decisión y le dio un empujoncito en la espalda con la punta del pie.

—¡Creo que está muerta! —anunció con entusiasmo.

—¡Fíjense, están contentos! —susurró Luna, sonriente, mientras los chicos cerraban el corro alrededor de Alecto.

—Sí, qué bien... —dijo Harry

—No los culpo —dijo Dakota.

Harry cerró los ojos e, impulsado por los latidos de la cicatriz, se sumergió otra vez en la mente de Voldemort. Andaba por el túnel que conducía a la primera cueva, porque había decidido asegurarse de que el guardapelo seguía en su sitio antes de ir a Hogwarts. Aunque no tardaría en descubrir que...

Se oyeron unos golpes en la puerta de la sala, y los chicos que estaban dentro se quedaron paralizados. La débil y armoniosa voz que salía de la aldaba en forma de águila preguntó: "¿Adónde van a parar los objetos perdidos?".

—¡Y yo qué sé! ¡Cállate! —gruñó una tosca voz que Dakota atribuyó al hermano de Alecto, Amycus—. ¡Alecto! Alecto, ¿estás ahí? ¿Lo tienes ya? ¡Abre la puerta!

𝒟𝒶𝓀𝑜𝓉𝒶//𝒟𝓇𝒶𝒸𝑜 ℳ𝒶𝓁𝒻𝑜𝓎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora