Dos

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Una calidez muy conocida me embriagó mientras dormía placenteramente. De fondo escuchaba el canturreo de los pajarillos sobre las copas de los árboles y el ruido de los cascos de los caballos tronar contra la calle que me producían cierta paz.
Siempre me pareció curioso el subir a uno como papá, pero como prometió enseñarme cuando volviera y no volvió, jamás lo hice.

Tuve un sueño horrible. Soñé que una malvada bruja me elevó por los aires casi ahogándome con un calor infernal y moría. Mamá estaba allí, recuerdo perfectamente su rostro lleno de pánico mientras mi vista se oscurecía más y más hasta que vi totalmente en negro y luego acabó.

No recordaba nada más, pero el solo pensar en ese terror inmenso notaba mis pelos erizarse como los de un gato.

Alejé rápidamente ese feo sueño para regocíjame en el calorcillo que me proporcionaba el sol. Mi cama era muy cómoda, me entraba vientecillo desde algún lugar y mi cuerpo caliente me hacía sentir fenomenal.

Me estiré cogiendo un montón de aire para soltarlo de golpe. No recordaba que lloviera ni en qué estación del año estábamos, así que imaginé que era verano porque me sentía muy cálido.

No hables o te considerarán una aberración de la naturaleza y te asesinarán.

Esa frase vino a mi mente como un rayo. De pronto abrí los ojos cegándome con el sol sobre mi cabeza.

¿Dónde estaba?

Volví a cerrar los ojos de golpe hasta acostumbrarme a la iluminación del lugar. No estaba en mi casa, estaba en... ¿medio del pueblo?

Si hablas morirás, ya te lo advertí.

¿Otra vez esa voz tan fea? ¿De dónde viene?

Intenté ponerme de pie aun con los ojos cerrados, pero caí sobre mi cama de golpe. Mis pies fallaron estratosféricamente.

- ¡Mamá! – oí el grito de una niña. Conocía esa voz. Era Samy, la niña que cazó un renacuajo en el lago y estuvo asustando con lanzarlo a todo el mundo – ¡Mamá mira! Un gatito... ¿podemos llevarlo?

- No, no podemos. Ya tienes dos.

- Pero es un bebé... alguien tiene que adoptarlo.

De pronto me sentí apretujado por dos grandes manos como las de un monstruo y abrí los ojos de golpe.

Acababa de ver el rostro de la niña mil veces más grande de lo que era.

Quise gritar, pero no salió un ruido más que extraño de mi garganta. Todo era mil veces más grande de lo que recordaba. Era como si me hubiera encogido, pero lo más importante ahora... ¿por qué ella me estaba cogiendo en brazos? ¿Sigo en un sueño?

- Deja a ese gato en la caja y vámonos. Puede rasguñarte y hacerte daño, ven aquí.

De repente la mujer gigante tiró de la niña de coletas y ésta me soltó haciéndome caer sobre una caja. Jamás estuve en mi cama, era una vieja caja con trapos en ella.

Miré mis manos... ¡No eran manos!

Mi cuerpo estaba lleno de pelos y no tenía dedos. Me asusté tanto que di un salto y salí de la caja yendo a parar al césped.

¿Cómo demonios había saltado tan lejos?

Intenté tocar mi cuerpo, pero todo era pelos. Estaba desconcertado principalmente porque no tenía dedos y unas enormes garras salían de donde se supone antes se encontraban.

- ¿Mamá? – quise hablar, pero otra vez estaba esa voz recordándome que no debía hacerlo.

Intenté ponerme de pie otra vez y caí al piso. Estaba aterrado, todo era gigante a mi alrededor y no estaba mamá.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora