Doce

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El otoño se alejó por completo y se dio paso al frío invierno que azotaba los prados. Los animales permanecían encerrados en el granero y yo casi ni salía fuera debido a que comenzó a caer tanta nieve que me congelaba las patas.

Habría sido un invierno igual que todos si no fuera porque mi persona favorita había enfermado. Jimin cayó gravemente enfermo luego de que Namjoon dejase de aparecerse por casa.

Justamente una semana después de aquello Jimin comenzó a mostrarse enfermo y desde aquel entonces no se ha levantado de la cama.

Al principio creí que era tristeza, pero pasó a ser una gripe simple y ahora es algo tan grave que me tiene con el alma colgando de un hilo.

Mi niño favorito estaba enfermo y yo no podía hacer nada para solucionarlo. Me pasaba todas las mañanas, tardes y noches a su lado esperando que se pusiera de pie otra vez y saliéramos a jugar como siempre, pero él no se ponía bien y dormía todo el tiempo.

La señora Park le ponía paños húmedos en la frente y le traía leche caliente, pero Jimin apenas bebía agua, no comía y tosía tan fuerte que a veces creía que se le iba a desprender un pulmón.

La abuela rezaba por mucho tiempo en el borde de su cama, la señora Park lloraba escondida en la cocina mientras le preparaba otro té caliente y yo cada vez estaba más y más desesperado.

Mi Jiminnie estaba mal, tan mal que empezaba a sentir como si se me rompieran las costillas y me apretujaran los pulmones al punto de no poder respirar. Tenía miedo, mucho miedo de perder a la persona más importante en la vida... la más importante de mis 7 vidas.

- ¿Meow...?

Un día corrí a la cocina asustado de que hubiera entrado un extraño por el estruendo, pero solo era la mamá de Jimin acuclillada recogiendo unos trozos de cerámica. Intenté acercarme a ella, así que salté sobre un taburete y ladeé mi cabeza. Ella temblaba y quise usar mi voz de humano para preguntarle qué le sucedía.

Cuando se volteó, la vi. Estaba llorando.

Ella se dejó caer al piso y se echó a llorar como una niña pequeña. Corrí hacia ella y la acaricié con mi cola esperando que la hiciese sentir mejor, pero nada. Ella no dejaba de llorar.

- Ren... – sollozó atrapándome para darme un abrazo – Ren, nuestro niño se nos va. Nuestro niño precioso está perdiendo sus fuerzas y no quiere seguir luchando contra esa enfermedad...

No lo entendí al principio, pero luego lo capté.

Jimin moriría.

Me quedé inmóvil mientras la mujer me abrazaba hasta que llegó la abuelita y la consoló en la fría cocina de la casa. Sentí un dolor tan inmenso que solo me mantuve allí existiendo como si no pudiera hacer nada más que respirar dificultosamente. Apenas tenía energías para pestañear.

- Hija no caigas – le dijo la anciana echándose a llorar junto a ella – Si caes tú, él lo hará. Eres su fortaleza y eres una mujer fuerte.

- Pero mamá esta gripe está matando a muchos niños – chilló tapándose el rostro con ambas manos – No tenemos dinero para pagar el medicamento que necesita, somos pobres, ¡somos malditamente pobres!

- Venderemos todo lo que tenemos para conseguirla. Ya verás hija como todo se solucionará y nuestro angelito estará bien otra vez haciendo sus pulseras y saltando los escalones para que le regañes como todas las mañanas.

No me quedé allí más tiempo escuchando los llantos repletos de lamentos de la señora Park porque corrí a la habitación de Jimin y salté a su cama llorando como un bebé.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora