Cuarenta y cinco

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El sargento de caballería Kang-Dae era un hombre fuerte y alto. Era quizá tan alto o más que Namjoon. Oí por ahí que era muy temido por soldados de más rango que él y por supuesto que nosotros no seríamos la excepción. Éramos nuevos e inexpertos. Tuve la suerte de verlo actuar de cerca cuando el sol nos daba con furia sobre nuestras cabezas y daba la impresión de que incluso los oficiales se ponían nerviosos en su presencia. Montaba de forma brusca y con mano dura. Golpeaba a los caballos que tenían la infortuna de ser montados por él, lo que me ponía los pelos de punta pues el látigo y las espuelas no eran utilizados solamente de adorno.

La segunda vez que lo vi fue cuando anochecía y todavía no llegábamos a nuestro destino. Nos separaron en grupos y tuvimos que armar una tienda de campaña para pasar la noche.

Estaba atando mi caballo al tronco de un árbol cuando le vi. Su tienda de campaña estaba muy cercana a la de nosotros y lucía muy concentrado escribiendo una carta. Fue entonces cuando mi mente voló hacia el pueblo y recordé a Jimin otra vez.

¿Cuándo recibiría mi primera carta? Apenas me había marchado hace unas horas y ya estaba nervioso por leerla.

Antes de volver a la tienda con los demás pasé por un riachuelo y lavé mi rostro. Estaba sudado y quería darme un baño.

Quizá estaba tan sucio como Jungkook hace tres días. Le habíamos visto con Jimin en medio de una pelea en el pueblo mientras los soldados reían y bebían como si celebraran cada golpe propinado.

- ¡Suéltame, pedazo de mierda! – gritaba un chico robusto de nariz como una patata que apenas podía respirar bajo el agarre de nuestro amigo.

SeokJin, el sujeto agradable que nos comentó que quería estudiar para ser doctor, curó sus heridas con cautela y muchos regaños. Era como si se hubiera transformado en su hermano mayor de repente.

- No me digas qué hacer – refunfuñaba Jeon seguido de un quejido – Estoy lo suficientemente grande para regaños y esas mierdas.

No entendimos el porqué Jungkook estaba tan cascarrabias hasta que el sol comenzó a esconderse y sus heridas estaban limpias.

- Ve a casa y no te metas en más peleas – le dijo Jin cuando se despidió en la puerta de su casa – Fue un gusto volver a verlos, chicos.

- Nos vemos luego – nos despedimos con Jimin. Jungkook ya se había adelantado para ir por su caballo y largarse a casa, pero Jimin fue más rápido y corrió hacia él para preguntarle qué rayos andaba mal en su cabeza.

Jungkook se quitó el agarre de encima y le gritó que no se metiera en sus asuntos. Desconocí lo que hablaron por un largo rato porque Hoseok había aparecido por la zona para charlar acerca de que estaba conociendo a una señorita, pero ya cuando nos despedimos y volví con ellos, Jimin me lo dijo en el oído:

- Taehyung se va a casar.

Miré a Jimin confundido, ¿cómo era eso posible?

- No puede ser...

Jimin asintió y ambos miramos a Jungkook desatar su caballo para marcharse.

- Su familia se puso de acuerdo para una boda planeada. Ya que Namjoon estará en la guerra, Taehyung debe hacerse cargo de los asuntos familiares.

- ¿Asuntos familiares? – cuestioné – ¿Cómo que asuntos familiares?

- No lo sé, hay familias que hacen ese tipo de cosas – dijo con lástima en voz baja – Se casará con la hermana de Jin.

Una vez Jeon desató su caballo, pude ver su rostro lleno de tristeza y la sentí como mía. Esa pena que me invadió al pensar que jamás lograría estar con Jimin regresó a mí como oleadas de dolor y no lo pude soportar. Decidido, di largas zancadas hasta él y le frené.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora