Cuarenta y uno

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El rumor del regreso del hijo perdido de la familia Jung era la comidilla del pueblo. Hoseok me lo había confirmado por la tarde cuando vino de visita junto a su padre. El hombre no dejaba de agradecer lo que había hecho y entabló buena conversación con la abuela por un largo rato.

- Nadie en el pueblo cree lo que realmente pasó – dijo mi amigo cuando estábamos afuera. Ambos mirábamos a Jimin sentado frente al torno de alfarería en el balcón. Le gustaba mucho estar allí arriba – Y tampoco lo divulgamos mucho, no queremos que piensen que estamos locos.

- Normal, es una historia de no creerse.

- Pero pasó y es nuestra historia – dijo cruzando los brazos. Me resultaba extraño mirarle y no ver un ratoncillo – Me alegro de que terminará esa pesadilla.

¿Pesadilla o sueño? Me quedé pensando en aquello segundos que parecieron infinitos.

- Una pesadilla...

¿Realmente fue una pesadilla? Si mi madre no hubiera ido donde esa bruja hace años quizá no conocería a Jimin.

- ¿Sabes?

Aunque mamá estaría viva y yo estaría muerto.

- ¿Qué?

- Ahora que vuelvo a ser un humano... cuando estoy en casa tengo la urgente necesidad de dejar comida por allí. Sé que hay varios ratones en casa y los conozco, sé como son y también sienten hambre. No sé si está bien, mi padre dice que los ratones hacen daño a la salud de las personas y es malo para su negocio.

Suspiré haciendo una mueca – La abuela solía decir que los ratones son una plaga y que los gatos protegían la casa de enfermedades. Eso solía decirlo cuando yo era un gato y negociaba con ellos para echarlos de casa, pero a mí me parecían amigables.

- No sé cómo pensar ahora que no soy uno de ellos. Se me ha hecho muy difícil, ¿qué debería hacer?

Medité un rato su pregunta, pero no tuve una respuesta para darle.

- Es una pregunta que me he hecho bastante a mí mismo, Hoseok. Créeme que también me ha costado mucho convencerme de que soy una persona normal ahora – reí avergonzado mirando la nariz embarrada de Jimin – Estoy haciendo lo mejor que puedo, intento hacerlo por él.

- ¿Por eso le preguntaste a mi padre por ese lugar?

- Sí – asentí sonrojado – Para vivir tantos años por aquí no conozco mucho la zona y quiero llevar a Jimin a un lugar nuevo.

- Nuevo para ambos.

- Bueno sí, para mí todo es nuevo ahora. Para ti también lo es y por eso que te tienes que dar el tiempo de descubrir tu nueva vida. Ya no eres un animal, Hoseok. Eres una persona otra vez que ha regresado con su familia y tienes muchas oportunidades grandiosas por delante. Conoces el otro lado de la moneda, así que utiliza esa experiencia para ayudar a los que no pueden hablar ni comunicarse. Ambos sabemos la impotencia de vivir ajeno a nuestra naturaleza.

- Sí, tienes razón – sonrió – Ah, estoy tan feliz. ¿Quién diría que estaríamos hablando aquí y ahora como dos viejos amigos de toda la vida? Y lo que es más grandioso, yo soy más alto que tú.

- Bah, que injusto.

Y yo incluso pensaba que sería muchísimo más alto que Jimin.

- ¿Por qué cierra los ojos? – preguntó Hoseok. Tardé un momento en comprender que se refería a Jimin sobre el balcón – ¿No debería mirar lo que hace?

Jimin había vuelto a retomar su trabajo con la alfarería muy temprano por la mañana. Me pidió ayuda para llevar el torno arriba y solo se ha movido de allí para comer y charlar un rato con los invitados.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora