Treinta y nueve

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Volver a probar el té caliente por las mañanas me produjo una serie de sensaciones que no sabría describir. Es más, en el momento en que volví a probar las tostadas con mantequilla casera de la abuela, me sentí en el cielo otra vez.

- ¿Es por aquí? – preguntó Jimin quitando un par de malezas que impedían su camino – Mis pies duelen, que bueno que no vino la abuela.

La visita al veterinario de la otra vez me había aclarado la dirección de mi antigua casa. Gracias a eso ahora ya sabía cómo llegar a mi antiguo hogar.

- Pudiste haberte quedado en casa, tus amigos iban a ir a visitarte.

Jimin infló sus mofletes haciendo un puchero muy tierno – Ya te dije que quería venir contigo a hacer lo que sea que vas a hacer.

- Bueno, bueno – reí. La noticia acerca de que Jimin podía ver se corrió de boca en boca gracias a Jungkook y muy temprano por la mañana antes de bajar al pueblo se apareció dando los buenos días para avisar que más tarde vendrían sus demás amigos.

- ¿Qué hay por acá? – preguntó llegando a mi lado para coger mi mano – ¿Vamos al pueblo?

- Ciertamente si seguimos este camino llegaríamos al pueblo...

- ¡¿En serio?! – sonrió – Nunca he ido al pueblo con mis ojos nuevos.

- Pero no vamos allá – comenté deteniéndome en una esquina.

- Oh, bueno – lloriqueó.

- Es por aquí – tiré de él para seguir hacia la izquierda – El granero del señor Yeong.

- ¡Mira! – sonrió como un niño señalando los animales – ¡Son caballos!

Mira Yoongi, allí está el granero del señor Yeong, ¿recuerdas cuánto te gustaba observar a los caballos pastar?

- Sus caballos son tan hermosos como recuerdo.

Jimin me miró, pero no dijo nada sobre aquello.

- Ven Jimin, es por aquí – seguí el caminillo de tierra.

- Sí.

Ambos caminamos en silencio mirando a nuestro alrededor. Jimin veía un paisaje, yo miles de recuerdos.

Solo se oían los pajarillos cantar y nuestros zapatos sobre la grava hasta llegar a la reja. Era un enorme portón con la inicial de mi apellido en él.

- ¿Qué significa eso? – Jimin señaló un cartel a nuestro costado. Era tallado en madera vieja, pero se conservaba y hacía lucir más rústico el sitio.

- Son letras – avisé. Ninguno de los dos sabía leer, pero reconocía mi apellido escrito en él – Familia Min.

Sentía la vista de Jimin clavada en mí, pero yo no podía apartar la mía de la enorme casa que teníamos al frente. El sendero por el que caminamos rodeado de arboles llevaba al portón de mi antigua casa, la casa de mi infancia.

- Yoongi...

Tragué saliva para continuar – Vamos.

El candado estaba roto y era de esperarse que después de tantos años alguien entrara a curiosear. La entrada estaba hecha de adoquines, la moldura de la puerta hecha de piedra seguía intacta y bajo ella, la puerta cerrada por completo.

- Es enorme – se impresionó Jimin mirando los ventanales del segundo piso – ¿Esta era tu casa?

- Sí – respondí volviendo a mirarle para quitar una pelusilla que había ido a parar a su cabello – Aquí vivía cuando tenía cinco años.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora