Cuarenta y nueve

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MonYun fue asesinado. Me enteré por la mañana cuando cabalgábamos hacia el oriente con algunos soldados para informar acerca de la localización del ejército Chino.

Mentiría si dijera que me entristeció la noticia, pero no. Tal vez sí estaba un poco decepcionado cuando me enteré de su muerte gracias a que alguien se había colado en su tienda y le había apuñalado el cráneo, pero solo porque sabía que había sido mi padre. No hizo falta decírmelo, lo deduje porque lo mataron la misma noche que le comenté lo que había hecho. Era lógico, pero no lo juzgo, una muerte más a su lista no le hará perder el sueño. Pero a mí sí.

- DongSun, ¿estás seguro de esto? – le susurré mientras bebíamos algo de agua. Él sabía mi plan – No tienes que hacerlo.

- Somos compañeros y desde el primer día tú fuiste el único que valía la pena en todo este infierno. Por supuesto que iré contigo donde sea.

Ambos estábamos sentados sobre unos troncos ahuecados a espera que la reunión con el campamento del oriente terminase.

- Está bien, eres un testarudo – reí. Realmente agradecía lo que hacía por mí.

- Todo saldrá bien. Cuando la victoria sea nuestra vayamos a beber algo, ¿qué dices?

- Está bien, me apunto.

Mi padre me había dejado acompañar en la misión de comunicación solo para que no estuviese allá cuando las tropas de nuestro campamento salieran al sur directamente a las trincheras. Tan idiota no era como para no fijarme en eso, pero papá desconocía que yo era tan listo como él y tendría una carta bajo la manga, pues me filtraría para ir con las tropas del oriente de todos modos.

Por la tarde, luego de recibir el mensaje y el plan propuesto, el capitán elegiría a las tropas que viajarían hacia el sur, pero antes nos atiborraríamos de comida para recuperar energías y fue allí donde aproveche para ofrecerle de beber al comandante segundo.

Era bien sabida su condición de alcohólico, así que no se nos hizo muy difícil dejarlo ebrio.

A eso de las seis de la tarde zarpó el primer grupo. El comandante segundo estaba dormido sobre una silla junto a un par de soldados borrachos, así que aprovechamos para colarnos junto a DongSun.

- El soldado Min Yoongi y DongSun para servirles – grité en formación antes de irnos – El coronel Min autoriza nuestra colaboración para el campamento oriente.

Y se la creyeron, después de todo ¿qué chiflado se colaría para una muerte segura? Más si había llegado acompañado del comandante segundo.

En aquel viaje conocí gente agradable. Fue un viaje de varios días. Al principio fue incómodo, ni una palabra decían aquellos pobres diablos, pero una vez en campo abierto el escuadrón se deshizo de su desconocida mortaja desanimada y recuperó su espíritu enérgico.

Los hombres montados en sus caballos hablaban de barbaridades y reían entre ellos de alguna broma subida de tono. Fue una larga, casi infinita marcha entre sudor, frío, sol, neblina y llovizna nocturna hasta el sur. Por supuesto que nos deteníamos unos minutos cada dos horas y cabalgamos hasta el anochecer antes de montar el campamento, casi siempre junto a un arroyo o un río para refrescarnos.

- Mi padre me va a matar si es que sigo vivo para entonces – lancé como broma, pero sonó muy lamentable. DongSun lo notó, aunque no dijo nada.

En mi tiempo como soldado aprendí a vivir de la tierra, ya sabes, dormir en la intemperie se hizo habitual luego de un tiempo por mucho que refrescase y las húmedas nieblas de invierno al anochecer nos congelaran. Lo peor es que no éramos solo nosotros los que sufríamos los pesares de la guerra, sino que también los caballos. Aunque ellos sí que disfrutaban del pienso abundante, raciones generosas de maíz y pastaban siempre que nosotros aprovechábamos de descansar. A veces los desmontábamos y caminábamos a su lado para que descansaran, pero el viaje era largo y no podíamos permitirnos atrasarnos mucho tiempo.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora