Cuarenta y dos

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- Buenos días.

Dos días después me encontraba haciendo una fila en medio del pueblo. Las personas cuchicheaban por todas partes y se sentía la tensión entre todos nosotros. Cuando fue mi turno di un respingo.

- Buenos días, ¿nombre?

- Park Yoongi.

Aquella mañana había bajado al pueblo muy temprano con la niebla pegada aun a los campos. Hacía algo de frío, pero mi cuerpo estaba caliente de los nervios. Notaba mis manos sudadas, un frío paralizante en mi columna y la garganta seca.

Había hombres con uniformes por todas partes. El sonido del bombo retumbaba mi pecho y se hacía presente por todo el pueblo allí muy temprano por la mañana. 

- Vengo en representación de la familia Park – añadí sujetando firmemente las pinturas tras mi espalda.

- ¿Cuántos integrantes pertenecen a su familia?

Solo había bajado al pueblo por las pinturas, pero de un momento a otro ya me encontraba alistándome para la guerra. 

Algunos niños se asomaban por las ventanas de las casas y otros quedaban sorprendidos observando a los caballos más grandes que alguna vez vi en la vida. Nervioso como estaba, recuerdo la profunda sensación de aprensión que se apoderó de mí cuando uno de los soldados gritó detrás y me hizo pegar un brinco. 

- Solo una anciana, un muchacho ciego y yo – respondí notando que aquel grito era para tranquilizar a los animales.

El soldado levantó la mirada y la dejó firme en la mía. Por un segundo sentí miedo, pero no dejé que lo notara.

Cuando asintió sin expresión alguna, mis músculos se relajaron.

- Bien, muchacho – dijo el oficial moviendo afirmativamente la cabeza mientrasme evaluaba – Partiremos el lunes por la mañana desde la plaza central – avisó entregándome el uniforme – ¡El siguiente!

Me quedé inmóvil en mi lugar y no me aparté hasta que alguien más tiró de mí y lo hizo.

Acababa de enlistarme para la guerra. No podía asimilarlo y no lo hice hasta que pasó un rato y caminé de regreso a casa. 

Cuando caminaba por las calles buscando el lugar del que Hoseok me había platicado, un grupo de hombres se había reunido a charlar. Lucían preocupados, así que me acerqué sin más.

- Mañana irán casa por casa reclutando personas para la guerra. Mi primo soldado me dio esa información, así que si no vamos a enlistarnos por las buenas, lo harán por las malas y causarán destrozos.

- ¿Ya viste lo que le pasó a los Park? Les quitaron su granja.

- No quiero ir a la guerra... moriré si voy allí, pero si no me alisto, mi hijo lo hará.

- También tomaron la granja de los Lee y los Hiyun. Maldición... ni siquiera sé montar a caballo.

Las quejas de esos hombres se repetían en mi mente una y otra vez en lo que caminaba a casa. No podía permitir que los soldados volvieran a hacer daño a nuestra familia.

- ¡Yoongi! – Jimin corrió hacia mí desde el monte y me dio un abrazo – ¿Dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto?

Acaricié sus cabellos con dulzura. Jimin olía a fresas, así que supuse que estaba comiendo unas cuantas – Traje algo para ti.

Él se separó con ojitos llenos de ilusión – ¿Sí? ¿Qué es?

Le enseñé la bolsa que traía conmigo – Tus pinturas.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora