Cuarenta y tres

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Un viaje normal al pueblo tardaba aproximadamente quince minutos a pie, pero con Jimin siempre tardaba media hora. Esos quince minutos restantes eran ocupados por flores nuevas, bichos, jugueteos y muchísimas preguntas acerca de la existencia de los colores. Siempre pasaba algo nuevo. El camino era único y conocido desde nuestra casa al pueblo, pero siempre había algo nuevo para los ojos de Jimin.

- ¿No te emociona volver a verlas? – me preguntó mirando cómo unas vacas bebían agua de un riachuelo – Han pasado muchos años.

El pasado regresa a mi memoria persistiendo del olvido. Imágenes del ayer, laguna de risas, destellos de lágrimas, profundo dolor y esperanza.

Mentiría si le dijera que no me sentía emocionado de ver a Luna o a la anciana, pero algo dentro de mí me decía que posiblemente llegaría muy tarde. Si Ren ya estaba envejeciendo demasiado, era muy probable que Luna ya estuviera con Tom. No quería creerlo, pero era realista.

- Ni siquiera sé qué decir. La mujer no sabe que yo era ese gato rescatado y Luna tampoco. Soy una persona ahora, ¿cómo se supone que me comunique con ella?

- Sí... tienes razón. Nadie se lo creería.

- Solo – tragué saliva – Solo quiero ver que sigan vivas, que sigan allí como las recuerdo y eso es todo. Prometí que volvería cuando encontrara a mi madre.

Jimin me miró con lástima – Pero no la encontraste...

- No, pero encontré al amor de mi vida. Es una muy buena razón para regresar dichoso.

Aquello le sacó una sonrisa de inmediato, pero la apartó de mi vista para coger un montón de flores más adelante. Él las olió y se giró hacia mí enseñando los dientes.

- Podemos fingir que vendemos flores para tocar su puerta – sugirió abrazando un montón de flores campestres – ¿Qué opinas?

- Opino que nadie compraría flores del campo – pasé de él y seguí caminando – Aunque fue muy ingenioso de tu parte.

- ¿Entonces cómo le haremos para no parecer raros?

Jimin corrió hacia mí y atrapó mi brazo.

- Nosotros somos raros. Tú eras ciego y yo era un chico atrapado en un animal.

Él hizo una mueca y asintió – Es verdad.

Ya íbamos entrando al pueblo. El cambio del campo al pueblo en sí era notorio pues las calles estaban hechas de piedras, algunas más cubiertas de musgo que otras, y en el campo solo era tierra, árboles frutales y mucha naturaleza.

- Todavía no entiendo cómo tus amigos se tragaron lo de tus ojos sanos por ''una medicina'' – cogí su cintura y lo aparté hacia mi derecha. Una carreta acababa de pasar muy cerca de nosotros. – Lo bueno es que los Jung están de nuestro lado y pueden confirmar la mentira.

- Sí, aunque me siento mal por mentirles.

- Lo sé, cariño... Pero el único que quizá, solo quizá podría entender todo esto, sería Namjoon y no está.

- ¿Y Taehyung o Jungkook?

El pueblo era un caos gracias al ejercito que rondaba las calles, así que dirigí a Jimin por otro camino. Aunque creo que en ese entonces Jimin sí se dio cuenta pues vi su mirada triste fija en la plaza central mientras seguían reclutando gente.

- Estoy muy seguro de que se les zafaría un tornillo – intenté despistarle – Taehyung ni siquiera se ha enterado de que Jungkook está enamorado de él.

- ¡¿Jungkook está enamorado de Taehyung?!

Le miré sorprendido. Era muy notorio – No me digas que no lo notaste.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora