Veinte

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¿Se imaginan observar la vida en escala de grises? Como lo hace un perro. Yo no, no logro imaginar el no poder distinguir el cielo azul, el verde de los prados, los atardeceres en tonalidades naranjas, rojizas, amarillas, o simplemente el color almendrado en los ojos de mi persona favorita.

¿En que pensará tanto?, me preguntaba mientras le veía juguetear con el lápiz sin tinta que le había dado Namjoon.

Di un salto a la cama y me acomodé entre sus piernas. Lucía triste.

- Meow.

Jimin acarició mi lomo y soltó un suspiro. Ya habían pasado dos meses desde el cumpleaños de Jungkook, se acercaba el suyo y esta semana había sido divertida. No había razones para estar triste.

- Vamos a dormirnos - me dijo entrando en las colchas.

Algo extraño me pasaba. Comenzaba a sentir más cansancio de lo normal y quería dormir todo el tiempo, pero a la vez quería salir a correr afuera. Mi alma estaba llena de vida, pero mi cuerpo no.

Mi cuerpo estaba envejeciendo demasiado rápido.

- Buenas noches, Ren.

Jimin besó mi oreja y me permití acurrucarme entre las mantas bien apegado a su pecho. Siempre olía bien y era cálido, tanto que no tardaba demasiado en entrar a un sueño profundo.

Aquella noche volví a soñar con mamá y el lago. Mamá acariciaba mi cabello mientras dormía tumbado en la hierba. Fue placentero.

Ya queda poco, hijo mío. No te desanimes.

No comprendí lo que quiso decirme mamá con esa frase, ni tampoco comprendí por qué Jimin me cargaba en sus brazos cuando desperté.

- Despertó - avisó. Estábamos fuera de casa caminando con la abuelita hacia algún lugar - Pero no deja de hacer ruidos raros.

No entendía qué rayos sucedía.

- Arrópalo, ya estamos a punto de llegar con el veterinario del pueblo.

¡¿Veterinario?!

Di un salto de los brazos de Jimin y caí al suelo como un saco de patatas.

Mi cuerpo estaba raro, pero yo me sentía bien. Era extraño.

- ¡Se ha caído! - chilló tanteando la tierra con sus manos - Ren, no te escapes. Algo va mal contigo, quédate quieto.

Mira Yoongi, allí está el granero del señor Yeong, ¿recuerdas cuánto te gustaba observar a los caballos pastar?

Me había quedado perplejo. En lo que Jimin volvía a cogerme del suelo mi vista estaba fija en unas calles que reconocía muy bien. Por allí estaba mi casa.

No te duermas. Mira, estamos dando un paseo ¿no te parece que la lluvia es linda? Mira cómo forma grandes charcos donde podrás juguetear mañana, observa, abre los ojos.

- Cuidado Jimin, el camino tienes desniveles.

- Sí abuelita.

Mi casa... mi casa estaba por allá. El granero del señor Yeong estaba igual como lo recuerdo.

- Mamá...

Escapé de los brazos de Jimin para echarme a correr en dirección a mi hogar, pero mis patas estaban entorpeciéndose y caí dos veces de bruces al piso.

- ¿Quién dijo eso?

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Si resultaba que mamá estaba allá en casa esperándome, entonces moriría de felicidad.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora