Catorce

366 70 29
                                    

- Tengo ambos – dijo Hoseok saliendo del agujero con un trozo de saco roto colgando de su hombro – Esto pesa, creo que necesito hacer más ejercicio.

- ¡Hoseok! – salté frente a él de golpe.

- ¡Ah, demonios! – cayó de espaldas – Casi me matas del susto. Por favor no te me aparezcas así.

- Tengo una idea genial. Es la mejor idea que se me ha ocurrido hasta el momento.

- ¿Sí? – dijo con voz forzada. Su carga se había atorado en el agujero y no podía sacarla – ¿Qué es?

- Te morirás de la impresión cuando la escuches.

Hoseok apoyo ambas patas traseras a los costados de la pared y tiró del saco intentando sacar los frascos. Le estaba costando demasiado trabajo.

- Te escucho amigo.

- ¡Le diremos a tu padre que sigues vivo!

De la impresión Hoseok soltó la carga y cayó de espaldas dando un par de volteretas hasta caer por fin de cabeza en un montón de nieve.

Le ayudé tirando de su cola y lo primero que dijo al sacarlo de allí fue:

- ¡¿Estás loco?! ¡¿Cómo haríamos eso?!

- Es fácil, le hablarás como su hijo. Es lo que eres después de todo.

- Pero ahora soy un ratón – se quejó tirando de sus mejillas regordetas – ¿Crees que no intenté comunicarme con él antes? En una ocasión se desmayó en medio de su tienda porque un ratón intentó hablarle. No funcionará...

- Tienes razón – me senté en la nieve con total fracaso – Rayos, era la única forma de hacer entrar en razón a tu padre para que le diera la medicina a las personas que la necesitan.

Hoseok escaló a través de mi cola y cogió asiento sobre mi cabeza. Desde allí acarició mis orejas diciendo:

- No sabes cuanto me gustaría que papá volviera a ser el mismo de antes – soltó en un suspiro – Si tan solo hubiera una forma de hablarle...

- ¡Lo tengo! – me reincorporé haciendo que cayera de espaldas por mi lomo – Le hablarás, pero no desde ese cuerpecillo tan pequeño, si no como una voz que aparece y desaparece como la de mamá por las noches... así como la brisa.

- ¿Y qué le digo...? No sé qué decirle.

- Dile todo lo que piensas. Dile lo mucho que lo amas, que lo extrañas, que deseas que vuelva a ser como el noble hombre del que me hablaste y ayude a los niños de todo el pueblo. Que ese es tu más grande deseo.

- ¡Sí! – chilló decidido – ¡Haré lo que me digas!

- Tengo un plan.

Mi idea consistía en escabullirnos por la tienda que Hoseok conocía muy bien. Él debía guiarme sobre mi cabeza tirando de mis orejas para ir en tal y tal dirección hasta llegar a la cocina y desde allí hablarle a través del eco de una de las ollas.

Eso había funcionado antes cuando Jimin era un bebé y mientras intruseábamos en el lugar prohibido debido a que era peligroso, nos pusimos a jugar con unas ollas viejas. Su voz sonaba más fuerte allí dentro.

Lo primero que hicimos fue esconder los medicamentos en un arbusto para ir por ellos luego. Más tarde vigilamos que no hubiera nadie en la entrada y Hoseok abrió la puerta por dentro. Era muy habilidoso.

- Por aquí – me dijo cuando me colé en la tienda y montó sobre mí – Tus pasos son silenciosos, así que no nos oirá.

Asentí yendo en la dirección que pedía. Observé la inmensidad de la tienda y quedé maravillado por cómo lucía todo tan bien ordenado y limpio en cada estantería. Incluso me quedé mirando un buen rato el retrato familiar que colgaba de una de las paredes.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora