Seis

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Una semana después de la visita de la mujer con la cesta dormía todo el día. Había veces que Jimin me buscaba para jugar, pero me escondía entre las cosas de la abuela y allí nadie me molestaba. Todo el tiempo quería estar solo.

- ¿Por qué no bebes tu leche? - me preguntó la anciana cogiendo el cuenco para llevarlo donde estaba yo. Llevaba tumbado al costado de sus tejidos todo el día.

- Bebe un poco de leche, minino.

Estaba triste. No había nada que pudiera sacarme de esa profunda depresión que me embargaba.

Todo el tiempo quería dormir porque si me despertaba quería llorar. No tenía apetito ni ganas de jugar con Jimin. Era un gato muy triste con un alma de niño destrozada.

- ¿Qué pasa mamá? - preguntó la señora Park entrando con Jimin en brazos. El niño estaba dormido.

- Ren no quiere comer ni beber de su leche - comentó la anciana preocupada mientras acariciaba mis orejas - Ni siquiera ha tocado su plato.

Me gustaban mucho las sobras del almuerzo porque allí la comida era sabrosa. También tenía croquetas en otro plato, pero no me gustaban demasiado porque me recordaban a Tom y ya me sentía triste otra vez.

- Creo que este gato está enfermo.

- Y está muy flaco, si no come puede morir. Es muy pequeño - dijo la abuela.

Solté un suspiro y volví a intentar dormir.

- Dejémoslo solo, quizá para mañana ya se sienta mejor. Si llegase a morir Jimin estará muy triste.

- Sí... - oí decir a la abuela sin dejar de acariciarme - Quizá para mañana esté mejor.

(...)

Al otro día me encontraba igual que el resto de días. La abuela volvió a darme de comer, pero la rechacé con desgana. No tenía apetito y me sentía muy triste todo el tiempo.

Llevaba dos días sin comer absolutamente nada, pero no me importaba. Solo tenía claro en mi mente que quería dormir para olvidar el dolor que sentía.

- Mamá - escuché a la señora Park decir desde la cocina - ¿Dónde está Ren?

- No lo sé... no lo he visto desde la mañana.

- ¿Catito? - la voz de Jimin me alarmó. Le había estado evitando y eso me causaba mucha culpa. Se supone que éramos amigos.

- Tu gatito está enfermo, Jimin - le dijo su madre - Tal vez tengamos que llevarlo con el granjero de al lado para que lo revise. Él sabe mucho de animales, ¿qué opinas mamá?

- Es un gato. Él sabe mucho de vacas, caballos y ovejas, pero no sé si conozca cosas de gatos.

La madre de Jimin suspiró y le escuche acomodar las sillas del comedor. Ya casi era hora de comer y yo estaba escondido tras un saco de patatas.

- ¿Catito...?

- No tengo idea donde se habrá escondido Ren, hijo. Tendrás que buscarlo.

Eso es un mal chiste para un niño ciego.

Decidí acomodarme mejor en mi escondite para dormir a gusto y estiré mis patas un momento.

Oí a Jimin gatear en el salón, así que volví a cerrar los ojos a gusto, suspiré agotado y me dispuse a dormir. Cinco minutos después el niño encontró mi escondite y casi me mata del susto.

Apenas abrí los ojos sus mofletes regordetes se aparecieron entre el saco de patatas y la pared. No podía verme, así que me mantuve quieto como si no estuviera allí.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora