Diez

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Un aroma hogareño a leña quemada salía de la chimenea mientras el sol se ponía por lo lejos. La abuela estaba tejiendo muy concentrada en una silla a mi lado, la madre de Jimin calentaba agua y yo miraba por la ventana.

Un plato con huevos fritos, una cesta de pan recién horneado, mermelada casera y tres tazas de té adornaban la mesa de la humilde familia. Adoraba pasar tiempo con ellos. El sentirme protegido en casa, tener mi cuenco con comida, calor exquisito y una cama donde dormir me hacían sentir a gusto.

- A veces me pregunto en qué tanto pensarás – me dijo la abuela dejando su tejido de lado – No hay día en que te pierdas la puesta de sol.

Me encantaba ver la puesta de sol. Era el espectáculo más extraordinario del día.

- ¿En qué tanto pensará un gato? – se preguntó a sí misma. La abuela tenía una voz tan enternecedora que me entraban ganas de saltar hacia ella y abrazarla todo el tiempo.

Ella soltó un suspiro, acarició mi lomo y volvió a su trabajo.

En qué tanto pensará un gato...

Unas tenazas de acero movían las brasas que ardían enérgicas cuando un grito se escuchó por la casa:

- ¡Jimin, baja a cenar!

- Que raro que no esté aquí abajo con nosotras – comentó la abuela – Incluso Ren está aquí.

- Debe estar entretenido haciendo el collar que me comentó.

- Me alegra saber que al menos algo lo mantiene ocupado.

- Sí – dijo la señora Park llenando mi cuenco con comida – De a poco irá perfeccionando sus habilidades. Es un niño inteligente.

Diez minutos después volvieron a llamarle, pero Jimin no bajó. La abuela preparó su té de infusiones, cortó el pan, y su hija hizo el sándwich de mantequilla con mermelada de mi amigo.

- ¡Jimin, baja ya! – le gritó por tercera vez.

- Es raro que no responda – comentó la abuela preocupada – Él siempre ha sido muy obediente.

Excepto por nuestra escapada.

- Iré a verlo.

La señora Park arrastró su silla para levantarse y subir a nuestra habitación, pero yo fui más rápido y corrí a toda velocidad hasta el segundo piso. A veces me gustaba hacer carreras con la gente de la casa a pesar de que ellos no supieran de que estaba echando carreras.

Y allí estaba Jimin. Había cogido un taburete para sentarse al lado de la ventana y se durmió reposado en el marco.

- Debió estar muy cansado...

La madre de Jimin lo cogió en brazos y lo llevó a la cama. Era muy temprano aun para dormir, pero ella lo consentía y dejó que su hijo descansara.

Estuvo esperando mi visita como Yoongi...

La señora Park besó la frente de su hijo, acomodó algunos mechones que caían por su frente y lo miró llena de amor. Yo pegué un salto a la cama y le besé la mejilla con un leve toquecito con mi nariz.

- Vamos a comer – me avisó en voz baja – Más tarde despertará y le entrará el hambre, pero como hoy fue un día distinto para él y no está acostumbrado, le dejaremos dormir.

Di otro brinco a sus brazos y salimos de la habitación dejando al pequeño niño dormir entre sus osos de felpa. Le miré por encima del hombro de su madre mientras ella me alejaba y me sacaba de la habitación.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora