Treinta y ocho

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Suave murmullo de las ramas del sauce, concierto de grillos escondidos en los arbustos y recuerdos flotantes por la brisa nocturna revuelven las páginas del libro escrito por mi corazón.

Era medianoche y me encontraba tumbado bajo el sauce pensando en un montón de cosas.

Comenzaba a hacer frío, pero no demasiado para volver a entrar a casa. No quería. Tenía un montón de cosas amontonadas en la cabeza.

Subía la niebla, aquel vapor de madrugada que hacía brillar la tierra y mis pestañas. Mi cuerpo conectado a las sabias raíces del árbol, la tierra, la naturaleza. Danza de vida sobre mi cabeza, las nubes cruzando las montañas bien alto, lejos e inalcanzables por mí sostenido a las raíces bajo la tierra que me recordaban mi lugar como un brote de primavera.

La palabra ''zopenco'' se me vino a la mente y reí a solas recordando a Hoseok furioso por la tarde.

Cuando el sol planeaba esconderse como cada día, Jungkook apareció por la casa contento de recibir la noticia acerca del paradero de su amigo. No habló mucho conmigo, pues me mantuve en silencio de la pena que me embargaba la indiferencia de mi mejor amigo, pero tampoco estuve demasiado torturándome por ello porque pasé el resto de mi día en el pueblo.

- Un chiflado se apareció por el pueblo gritando aberraciones – dijo el pelinegro una vez su euforia por los nuevos ojos de Jimin había pasado – Estaba desnudo y completamente loco.

La abuela no podía creerse lo que oía y Jimin asentía como por inercia, pero yo sabía que no estaba prestando atención realmente a lo que su amigo contaba.

- ¿Desnudo? – preguntó la abuela sirviéndole un cuenco con semillas secas al muchacho – ¿Y qué pasó?

- Por suerte lo encerraron.

Casi de inmediato me alejé de la ventana y salí corriendo por la puerta rumbo al pueblo.

- ¡Yoongi! ¿Dónde vas? – escuché que me preguntó la abuela, pero no me detuve a responder. En su lugar grité:

- ¡Al pueblo! ¡Ya vuelvo!

Explicarle que junto a mí otro chiquillo estaba atrapado en el cuerpo incorrecto tomaría demasiado tiempo especialmente porque estaba Jungkook ahí y Jimin que seguía raro con el tema.

- ¡Espera!

Casi treinta minutos después me encontraba caminando por el pueblo por primera vez sin miedo a morir. Veía los perros pasar por mi lado con mucha calma y saludé un par de personas que me miraban con extrañeza. Era normal, ellos jamás me habían visto por el pueblo.

- Disculpe, ¿usted sabe algo acerca del chico desnudo que se apareció por aquí?

Una mujer de unos sesenta años me miró de pies a cabeza como si fuera un chiflado como Hoseok, pero después de un rato asintió y me señaló una calle por mi derecha.

- Sí, estaba completamente loco. Por suerte unos guardias lo capturaron.

- Muchas gracias, amable señora – me despedí y eché a caminar en su dirección.

- Que joven tan educado – le oí decir a mis espaldas.

Quién diría que caminaría por esas calles de historia antigua, robándole sonrisas a señoras con edad y deteniendo el mundo para guardar el momento en un pequeño pedazo de memoria.

- ¡Ábreme la puerta, zopenco!

Agudicé mis oídos ante bien conocida voz de Hoseok.

- ¡Hazte para atrás o te golpearemos! – le respondió un hombre. Los oía muy de cerca, así que no dudé que en la caseta de piedra que tenía al costado se encontraba mi amigo – No te lo repetiré otra vez, imbécil.

7 VIDAS | YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora