ϟ Capitulo 33

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El mes de junio había terminado rápidamente, así como estaba a punto de terminar julio. No sabia nada de Draco, ni recibía alguna carta de su parte.

—¿Anne? —mi padre toco la puerta de mi cuarto. —¿Estás?

—Sí.

Mi padre entro a mi habitación, cada día se le veía más demacrado, como no, si todas las noches Voldemort lo llevaba a misiones.

Él se sentó a lado mío, estaba en mi balcón viendo la noche.

—Quería despedirme antes que me vaya—murmuro.

—Pero volverás—afirmé. —No es necesario que lo hagas.

Mi padre se quedo en silencio, a lo cual, le moví su hombro. Él me miro y me sonrió luego de tanto tiempo.

—Sí, volveré—se levanto y se acercó—Te quiero, Anne—me dio un beso en la frente.

—Te quiero, papá.

Me quede viendo como mi padre se retiraba, y una corazonada decía que lo siga. A lo cual, hice caso.

Escondiéndome por un pasillo, mire con mi padre hablaba con mi madre, ella se veía sonriente.

— El hijo de los Malfoy es tan solo un niño—murmuro mi padre. —¡¿Cómo puedes disfrutar del dolor ajeno?!

—¡Se lo merece! —grito mi madre. —¡El estúpido de su padre rompió la profecía! ¡Merecían un castigo!

—No tienes corazón—suspiro. —Ni cerebro...

—¿Qué? —mi madre puso su varita en el cuello de mi padre. —¿Qué has dicho?

Mi padre rodeo los ojos, se quito la varita y se empezó a ir.

—¿¡No me vas a acompañar!? —exclamó ella.

—No—se negó él. —El Señor Oscuro ya me mando a otra cosa.

Mi madre se quedo en silencio al escuchar eso.

—¡Cómo sea, sé como llegar a la casa de Snape!

¿Snape? ¿Por qué iría a la casa de Snape?

Ella se quedo en silencio unos segundos, hasta que giro.

—¿Acaso no te enseñaron a no espiar? —murmuro.

Rendida, empecé a salir de mi escondite.

—¿Por qué irá a la casa de Snape?

Ella soltó una risa burlesca.

—¿Qué pasa? —empezó a caminar a mi alrededor. —¿Por qué tanto interés en Malfoy junior?

Me atiné a no responder, ella podía tomar cualquier cosa en mi contra.

—Admito que, me orgullece que estés con un Malfoy—habló levantado mi mentón. —Y no estás con un maldito traidor... ¡o peor aún una sangre sucia!

Mi madre soltó bruscamente mi mentón.

—Draco Malfoy es un mortífago—afirmo.

Mi Draco...no.

—La estúpida de su madre irá a rogarle protección a Snape—murmuró. —¿¡Cómo se atreven!? ¡Debería estar orgullosa de la misión!

—¿Qué misión? —pregunté asustada.

Ella me miro. —¿Vendrás?

Yo asentí. —Iré.

Aparecimos en la calle de La Hilandera, toda la calle estaba con una fría neblina acompañada de una lluvia.

Empecé a seguir a mi madre, quién caminaba a paso firme hasta llegar a la última casa, me sorprendía que ella no dijera algún comentario sobre la calle.

Miro a su alrededor, y toco la puerta, se escucho un ruido de pasos rápidos que llegaron hasta abrir la puerta, un hombre con dos largas cortinas de pelo negro y lacio, nos abrió la puerta e hizo una pequeña reverencia.

—Señora Seydoux—miró a mi madre con admiración. —Señorita Rosier.

—Dejándonos pasar, colagusano—gruño mi madre. —Ya sabemos que están con visita.

Sin esperar una respuesta, ella ingresó con paso firme, yo la seguí hasta que llegamos a la sala del profesor. Estaba junto con Narcissa Malfoy y Bellatrix Lestrange.

— Seydoux —gruño Lestrange. —¡¿Qué haces aquí?!

—Así que...—mi madre agarro el vino y se sirvió una copa. —¿No se supone que no podían contar a nadie de su misión?

Narcissa miro asustada a mi madre. —¿Cómo lo sabes?

—Mi Señor Oscuro me lo contó—murmuró mientras sonreía. —Le dije que iba a ser un buen castigo—miro a Narcissa. —Por el error de tu marido estúpido.

—Clémence...—murmuro Narcissa al borde del llanto. —Es un niño, es como tu hija, ¡solo son niños!

Mi madre rodeó los ojos cuando me menciono, Bellatrix se empezó a reír.

—Si no quiere a su propia hija—se burló. —¿Crees que entenderá tu dolor?

—En fin—murmuró mi madre. —¿Cómo tu podrías ser útil, Snape?

—No puedo hacer que el Señor cambie de opinión—habló Snape. —Pero podría ser posible que pueda ayudar a Draco.

—Júralo—habló mi madre. —El Juramento Inquebrantable.

Narcissa miro con horror a mi madre, mientras Bellatrix se reía de su idea.

—¡Por primera vez, Clémence tiene razón! —murmuró. —Si no son palabras vacías...pero—Bellatrix se acercó a mi madre. —¿Acaso tu serías capaz de hacer uno?

—No tendría porque ofrecerme como ejemplo—mi madre tomo un sorbo de vino. —Pero, por la amistad que nos sigue de años—sonrió. —Anne, ven.

—¿Qu-Qué harás? —pregunto Narcissa.

—Anne, me darías tu lealtad...—murmuro ella viéndome. —¿Solo si le doy de mi protección a Draco Malfoy?

—¿¡Qué!? —Narcissa se levantó y se puso delante de mi madre. —¡Es una niña, no le harás eso!

—¿Lo harías? —mi madre ignoró a Narcissa.

—Sí—me acerque a ella. —Lo haría.

Mi madre sonrió con maldad. —Bella...si me harías el honor.

—Claro, Clé—murmuro riendo.

Alcé mi brazo derecho para unirlo con la de mi madre, Bellatrix se colocó de pie delante de nosotras, para poner la punta de la varita sobre nuestros brazos.

—Tú...Anne Rosier... ¿Juras tu lealtad hacia Clémence Seydoux...con la condición que ella...cuide a Draco Malfoy?

Una delgada brillante línea de fuego empezó a salir de la varita y se empezó a enroscar sobre nuestros brazos.

—Sí, juro—murmure sin miedo.

La delgada línea se enredaba más en nuestros brazos, hasta que se cerró alrededor con fuerza, como una cuerda.

Mi madre y Bellatrix se reían, mientras Snape y Narcissa no podían creer lo que acaba de pasar.

—Bueno—mi madre soltó bruscamente el agarre de mi brazo. —¿Ustedes siguen?

Narcissa asintió, mientras Snape alzaba el brazo.

—Como voy a disfrutar esto—habló mi madre.

Yo no

◜✩◞

Dedicado a Helen McCrory, fuiste una excelente Narcissa Malfoy y siempre diste de lo mejor en tus demás papeles, vuelva alto :( /✨

Mi pequeña Anne  ↯ ┃DRACO MALFOY┃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora