Epílogo

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Epílogo

Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

25 de mayo, 2010

Su cuerpo se sentía frío en sus manos, pero aún quedaban vestigios de vida en ellos, se había desmayado y habían podido internarla con urgencia en el sector de cirugía, pero nada era seguro. Y para Adolfo, lo único que podía repetirse era aquella sensación... fría entre sus manos.

—Todo saldrá bien, confía en mí —Roger palmeó su hombro mirando la puerta por la que se habían llevado a Rubí.

Y aunque Adolfo sabía que la Societá Maggiore sí haría lo que fuera para salvar o revivir a uno de los suyos, aún tenía sus aprensiones, puesto que no podía dejar de preocuparse por la mujer que amaba.

Basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano

30 de mayo, 2010

—¿Qué sucederá ahora? —preguntó la voz de Adolfo a lo lejos.

—Ahora le daremos de comer a los perros con el cuerpo de Mariana, se lo merece tras romper nuestras reglas —la voz de Ugolino llegó templada por su vejez, pero no pudo pasar por alto la risa de disfrute de aquel anciano.

—No preguntaba exactamente por eso, Conde.

—¿Creen que Rubí se salve? —aquella era la voz de Roger, inconfundible.

—Lo hará, nuestro señor la traerá con nosotros nuevamente, para tomar el cargo que le corresponde.

—¿Le molesta si la llevo a San Luca? Idara querrá cuidar de ella más que nadie.

—Deja que se estabilice y podrán trasladarla.

—Entonces, Conde, ¿qué sucederá? —reiteró Adolfo con apremio.

—Rubí ha marcado un antes y un después en nuestra sociedad, por lo que una vez esté lista tendrá que continuar con el camino prescrito, como la Mamma Santissima y de tu mano como el Infinito.

—¿Yo qué?

—Así está escrito.

Quería sonreír, quería realmente decirle a Adolfo: "tú crees que te traje aquí por nada", pero no pudo hacerlo, hacía algunos años que habías descubierto que para subir a ese mundo no podría hacerlo sin un hombre y más cuando la cabeza de aquello nunca había sido ni la Mamma Santissima ni el Infinito, sino que aquel Conde que se escondía tras las sombras, ese vejete que movía todos los hilos, pero a pesar de ser el amo y señor no hacía más que mirar desde el cielo sin involucrarse. Quería realmente contarle la verdad a Adolfo para que lo entendiera, pero su cuerpo la traicionó como muy pocas veces había hecho en su vida, obligándola a caer en un sueño profundo otra vez.

Viterbo, Italia.

05 de diciembre, 2010

—El bebé tiene los ojos azules —comentó Roger acercándose a Franco en el patio, mientras todos adentro estaban celebrando la llegada del nuevo miembro de la familia.

—Lo vi —masculló Franco.

—¿Qué harás ahora?

—Fingiremos que es genética, de todas formas, ya acepté que el bastardo es mío —se encogió de hombros negando para sí mismo.

Franco apretó los dientes mientras miraba el jardín, no quería desconfiar de su hermano muerto, pero el rumor ya se había expandido por los empleados de que habían visto a Vita varias noches estar con Biago a solas, no quería pensar más en ello después de todo la decisión ya estaba tomada por más dolores de cabeza que eso le trajera.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora