Capítulo Treinta y seis

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Capítulo Treinta y seis

Roma, Italia

17 de enero, 2004

Había llegado hace más de una semana e incluso en el primer paso que dio quiso devolverse, no era culpa de Roma, es decir, amaba esa ciudad como toda Italia, pero la compañía que tenía no era para nada grata, de hecho si necesitaba de alguien que gruñera a cada segundo estaba seguro que ya habría comprado un perro. Agata realmente era un dolor de cabeza, pero debía soportarla por el bien del negocio, por suerte ya solo quedaban unos cuantos detalles para arreglar y así poder volver a Viterbo, Rubí había partido un día antes que él y ni siquiera había tenido tiempo para aprovechar Roma juntos, ese maldito matrimonio lo estaba consumiendo y eso que solo era el inicio del año, no quería verse días antes de la fecha ajustando los últimos detalles para... ¿Para qué lo hacía? Ah, claro, para poder proteger a la familia y al negocio.

Suspiró, mientras miraba el techo de la habitación del hotel, por lo menos esa era una ventaja, tener su propio espacio separado de la arpía mientras ella jugaba a ser la nuera perfecta, lo sentía por su madre que tenía que soportarla, pero por lo menos ese era su respiro. Aquel día tenía que solo levantarse y comenzar a fingir ser el prometido ideal frente a la familia Parisi, solo por unas horas más y ya estarían de vuelta, o por lo menos eso se dijo ya que el regreso estaba acordado para las 10 de noche, lamentablemente.

Finalmente después de impulsarse tal vez tres veces terminó por levantarse, eran las 8 de la mañana necesitaba darse una ducha y comenzar a ser un hombre decente cuando el sonido de su celular lo alertó. Buscó entre su ropa hasta dar con él y encontrar el número de Rubí como emisor, se alegró de inmediato respondiendo con una sonrisa y un tono alegre.

Il mio rubino, ¿A qué debo tal honor? —suspiró cayendo sobre la cama de su habitación.

—¿Conoce a Rubí? —alejó de inmediato el celular observando nuevamente el nombre en la pequeña pantalla del aparato, claramente decía Rubí, ¿Entonces... de quién era esa voz?

—¿Con quién hablo? —preguntó frunciendo el ceño.

—¡Jesús, tranquilízate! —gritó la muchacha desde el otro lado al mismo tiempo que se escuchaba el impacto de vidrios rotos. —Dios, en realidad no sabía a quién llamar, ella se está comportando muy extraño, echó a todos los empleados de aquí, incluso los soldados, no sé qué hacer, Franco se está recuperando o por lo menos eso dijo el doctor, pero no despierta, estoy tan asustada, me costó demasiado quitarle el celular a Rubí, así que llamé al primer número, por favor ayúdeme.

La palabras de la chica salían atropelladas mientras hablaba más rápido de lo usual, quien fuera esa mujer estaba desesperada y por algún motivo eso solo lo alarmó haciendo que se levantara de inmediato de la cama para colocarse ropa con la cual poder salir.

—¿Dónde están? —preguntó mientras se colocaba los pantalones.

—En Tarquinia... creo que era la casa de él... —se detuvo mientras escuchaba un grito de alguien llorando en el fondo. —Por favor, venga pronto —susurró para luego cortar la llamada.

Al segundo marcó el número de Roger para darle la orden de que tuviera el auto listo mientras él terminaba de vestirse, cortó prácticamente al mismo segundo en que dio la orden sin preocuparse si es que lo había captado o no, confiaba en Roger, ese hombre tenía buenos reflejos cuando las cosas se complicaban, por lo que no dudó ni se sorprendió cuando salió del hotel y encontró a su mano derecha ya listo para partir.

—Algo ocurrió en Tarquinia —anunció marcando en su celular el número de su padre mientras Roger comenzaba a mover el auto. —Papá, ¿Dónde está Rubén? —preguntó de inmediato cuando escuchó la voz del Don.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora