Capítulo Cuarenta y dos
San Luca, Italia.
03 de marzo, 2005
—¡Ven acá! —exigió Adolfo mientras corría detrás de Rubí. —¡Ven!
Corrieron adentrándose a la casa principal de la zona de campaña, pasaron por el lado de una Idara un tanto asustada y de un Piero confundido, pero los ignoraron mientras Rubí se apresuraba para llegar hasta la habitación. Cuando Adolfo logró alcanzarla Rubí cerró la puerta detrás de él y sin segundos Adolfo se apegó contra ella besando desesperadamente su boca. Ella le respondió tomándolo con fuerza y rudeza, Adolfo tomó sus piernas enlazándolas en sus caderas y la levantó lo suficiente como para presionar su erección en el centro de Rubí haciéndola gemir entre sus labios.
—No puedes calentarme y después dejarme sin nada —le reclamó mientras bajaba sus besos por su cuello.
—Creo que fue divertido —gimió Rubí sintiendo como las manos de Adolfo subían hasta su trasero apretando y luego golpeando suavemente.
—Eres una chica demasiado mala, estábamos comprando, ¿Cómo me iba a quedar con las manos amarradas?
Rubí rió, no pudo evitarlo, habían salido a recorrer la ciudad solo porque ese día se las darían de buenos amantes luego de unos meses caóticos en la organización, habían acabado en una tienda de ropa en la que Rubí se probó algunos vestidos y luego obligó a Adolfo a entrar con ella en los probadores. Ahí había surtido un buen momento de lujuria, besos por todos lados, manos tocando zonas prohibidas, pero finalmente Rubí había tenido la brillante idea de amarrar las manos de Adolfo con un cinturón y así tocarlo a su gusto, el problema fue que se detuvo, y como una vil mujer salió corriendo a la espera de que él la siguiera. Sorpresivamente lo había hecho, no estaba segura de cómo, pero Adolfo había logrado desatarse y arreglar su ropa lo suficiente como para salir corriendo a perseguirla prometiendo que si la alcanzaba se las pagaría.
Ahí estaban en una habitación en que Adolfo parecía tener el mando y Rubí estaba segura de que no se negaría a nada.
—Lo repito, fue divertido —señaló Rubí mientras Adolfo la llevaba hasta la cama para recostarla.
—Ahora te mostraré lo que es verdaderamente divertido, esposa amada.
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Se despertó un tanto asustada con el sonido de un celular, se deslizó por la cama en medio de los gemidos de Adolfo y sus quejas porque volviera a dormir, era bastante tarde para estar en la cama, pero luego de esa sesión de sexo ninguno de los dos había quedado con energías suficientes para moverse. Inevitablemente se tuvo que levantar cuando el teléfono no aparecía, tuvo que rebuscar de un lado a otro para finalmente encontrarlo debajo de los bóxer de Adolfo, levantó la tapa y se encontró con un mensaje de un número que no tenía registrado, extrañada abrió el mensaje y encontró tres simples letras: SOS.
Lo más rápido que pudo se colocó su ropa nuevamente sin importarle haber despertado a Adolfo en el proceso.
—¿Dónde vas, amor? —preguntó Adolfo, pero Rubí ya estaba saliendo escaleras abajo en busca de Idara.
Antes de que pudiera encontrarla tuvo que detenerse para no chocar con Piero quien le sonrió suavemente.
—Muy buen trabajo el de la semana pasada, Rubí —alabó nuevamente. —¿Cuándo tienes audiencia con la mamma santissima?
—El domingo, ¿has visto a Idara? —se apresuró sintiéndose inquieta.
—Sí, está en la oficina organizando algunos papeles.
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Rubí // Killer I: La Joya.
ActionEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...