Capítulo Treinta y dos

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Capítulo treinta y dos

Viterbo, Italia

03 de octubre, 2003

Fiore Berlucchi nunca antes se había sentido tan furiosa y aliviada a la vez, tenía unas inmensas ganas de golpear a la muchacha que veía en frente con las manos alzadas, en realidad, iba a golpearla, se lo merecía por haberla abandonado tanto tiempo, ¿Qué se creía esa mal agradecida? Se apresuró con paso firme para llegar a su lado, al tiempo que veía como Rubí cerraba los ojos esperando el golpe, pero incluso cuando elevó su mano para darle una bofetada, no lo logró y simplemente sujetó a Rubí por los hombros para atraerla contra su cuerpo.

La estrechó entre sus brazos con tal fuerza que podría llegar a impregnarse su perfume en ella, a los segundos cuando Rubí notó la situación se relajó completamente aceptando y respondiendo el abrazo como era debido.

—Te extrañé tanto, mi niña —susurró la Señora Fiore acariciando su espalda y su cabello. —No vuelvas a desaparecer, ¿de acuerdo? —la separó tomando sus hombros para asegurarse de ver la respuesta encontrándose con una mirada apenada de parte de su pequeña.

—Lo siento, no lo volveré a hacer.

—Sé que estás molesta con Basilio, pero ya sabes cómo es ese viejo gruñón, a veces ni siquiera yo puedo soportarlo —rió instándola a sentarse. —Mi niña, ¿cómo has estado? ¿Has comido bien? ¿Se ha comportado bien Rubén contigo?

—Sí, tranquila, Señora Fiore, he estado bien —afirmó mientras Fiore pasaba sus manos por su rostro contemplando con bastante orgullo a Rubí.

—Has mejorado en tu maquillaje —comentó con alegría.

—Sí, aunque el labial se está acabando —rió.

—Oh, ya te daré otro, pero debes volver a casa, Rubí, no soporto este lugar sin ti, o por lo menos llama, ya sabes cómo es esto.

—Sí, en cuanto a eso... no creo que vuelva pronto, en realidad no quiero molestar.

De pronto el sonido de un celular se escuchó bastante cercano. Rubí tomó el aparato leyendo lo que parecía ser un mensaje y luego lo guardó.

—¿Todo bien?

—Sí, sí, no se preocupe —asintió mirando hacia un lado pareciendo meditar sus opciones. —Debo irme, Señora Fiore, pero prometo volver para visitarla, ¿de acuerdo?

Se levantó apresuradamente tomando el arma que había dejado en la mesa y asegurándose que los soldados ya hubieran desaparecido de la puerta. Por algún motivo la actitud de Rubí le parecía bastante extraña a Fiore por lo que a pesar de no detenerla directamente la instó con una simple pregunta.

—¿Qué hacías aquí, Rubí, a esta hora? —la muchacha de labios rojos se detuvo en su escape para simplemente suspirar.

—Solo le di un escarmiento a alguien que se lo merecía. Prometo que pronto la pondré al tanto de todo, solo... deme un poco más de tiempo.

Y con eso desapareció por la ventana que conectaba hacia el patio trasero de la casona seguramente a encontrarse con alguien del que Fiore no tenía ni idea. Decidió que no se preocuparía, confiaba en Rubí porque al final del día esa muchacha siempre volvía explicando todo con lujo de detalles, solo debía esperar y ser paciente.

Notó que en la mesa había una hoja y un lápiz con una escritura sin terminar. Lo tomó por curiosidad descubriendo la letra de Rubí en ella, no había más que palabras sueltas y algunas tachadas, pero solo terminó sonriendo cuando encontró una pequeña palabra escrita en portugués.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora