Capítulo Siete
Se había recuperado hace poco, pero decía que no podía dejar de hacer su trabajo por tomarse el tiempo completo de reposo, le debía todo al Don y a pesar de haber fallado él había sido misericordioso y lo había enviado solamente a descansar, por lo que para Rubén estar atento a su decina de soldados era lo mínimo que podía hacer por él, luego retomaría por completo sus funciones dentro de la familia, si incluso su título dentro de ella ya era cuestionado por no tener ascendencia italiana entonces tenía que esforzarse como siempre por ser alguien a la altura de quienes lo rodeaban.
Dio la orden a su grupo para que siguieran con el entrenamiento como era debido mientras él paseaba por los lugares rectificando las malas posiciones, el campo de tiros era algo que le fallaba siempre a su grupo, algo por lo que siempre los demás capodecina o caporegime lo miraban en menos, pero no podía seguir siendo así menos ahora que seguramente sería el hazmerreír de todos tras haber sido vencido por una mujer. Ni siquiera quería pensar en cómo lo tomarían todos cuando tuviera que ir a hacer las 'cobranzas', ¿lo mirarían de la misma forma si supieran que lo había vencido una chienne(puta)?
Movió su cabeza de lado a lado intentando pasar del pensamiento, no quería ni siquiera ir por esos caminos, se sentía avergonzado y fuera como fuera tenía que encontrar la forma de recobrar su honra.
—¡Dugés! —se dio la vuelta en busca de la voz que lo llamaba encontrado a un viejo conocido, pero lamentablemente él no venía solo.
—Porters —saludó sin quitarle la mirada a la compañera que traía Roger, ni siquiera le fue devuelta la mirada, ella parecía incluso más molesta que él con su presencia.
—Nuestro Sottocapo pide que puedas entrenarla dentro de tu grupo, lo hablaron con el Don y él estuvo de acuerdo.
Ambos miraron a la pequeña mujer de cabello negro, que fruncía los labios como una niña regañada, no podía creer que tendría que entrenar a aquella víbora, pero dentro de sus posibilidades ni siquiera estaba la opción de negarse.
—Si el Don lo manda.
—No quiero —habló por fin la muchacha. —Entréname tú, seré buena, lo prometo —suplicó a Roger. —Él no tiene nada que enseñarme, tú eres mejor que cualquiera aquí, estás a mi nivel, ¿Por qué tiene que enseñarme un simple perro?
Incluso cuando la muchacha había empleado el inglés él había comprendido todo, por lo que tuvo que contener las ganas de tomarla por los hombros y tirarla al suelo para demostrarle quien mandaba en ese lugar, presionó sus manos en puños esperando que ella en algún momento se dignara a verlo, pero aquella muchachita ni siquiera eso le permitía.
Le demostraría a ella y a todos que él no estaba para sus desaires, le demostraría que era mejor de lo que había demostrado, había fallado una vez, pero no existiría una segunda.
—Son órdenes, el sottocapo ya te lo explicó.
—'El sottocapo' —repitió con molestia rodando los ojos. —A ojos azules aún no se le quita el enojo ¿cierto? Está haciendo esto para castigarme.
—Rubí, si realmente te quieres mantenerte viva aquí comienza a comportarte de otra forma yo ya no podré seguir salvándote —entonces la mirada de la chica se ensombreció y su cabeza bajó.
—No necesito que nadie me salve, incluso si quieren matarme deberían hacerlo ya —susurró mirando sus manos.
—Tomándote la palabra.
Rubén ni siquiera tuvo que pensarlo mucho cuando sacó su arma y apuntó directo a la cabeza de su nueva recluta, tenía tantas ganas de tirar del gatillo, pero cuando la mirada de aquella chica se elevó sus pensamientos fueron completamente diferentes. Ella no lo estaba desafiando, sus ojos se veían igual o más perdidos que los de él cuando había comenzado en ese rubro.
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Rubí // Killer I: La Joya.
ActionEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...