Capítulo diecisiete
Viterbo, Italia.
20 de junio, 2003
¡Estaba aquí, había vuelto y por fin habían coincidido! Estaba tan feliz enredada en sus brazos y sintiendo su calor que ni siquiera pudo pensar el hecho de que era algo indebido, con Biago a su lado no podía pensar bien nada a decir verdad.
Se separó un poco de él para detallarlo sin separar sus brazos de su cuerpo. Tenía una barba de algunos días, seguramente los viajes lo habían cansado puesto que se notaban ciertas ojeras y sus ojos, espectacularmente azules, parecían agotados. Pero nada le quitaba lo guapo, envestido con sus pantalones de género y la camisa que no llegaba a ser abotonada en su cuello, su cabello desordenado y esa sonrisa que estaba siendo el reflejo de la de ella. Sí, podía estar cansado, pero nada le quitaría lo sexy a ese hombre.
—Bienvenido, hijo —la voz de Basilio interrumpió su detallado registro.
¿Qué acaso ese viejo no comprendía que debía quedarse callado? Necesitaba ese momento, hacía mucho que no lo veía y con el paso de los días comenzaba a temer olvidar cada aspecto de él, pero no fue así, cada día que pasaba más vivido se sentía el recuerdo de él en su cama, su pecho desnudo y su sonrisa socarrona en su rostro. Su recuerdo siempre la hacía suspirar y olvidar aunque fuera un poco todos sus males.
—¿Vienes a informar el trabajo? —volvió a interrumpir Basilio en vista de que ninguno de los dos se movía. —Si es así puedes cerrar la puerta. Rubí, toma asiento, puede que te interese esta información.
Con ello ambos se sorprendieron alejándose obligatoriamente el uno del otro, Biago seguramente desconcertado por el trato de su padre a Rubí y la muchacha asombrada por el permiso recibido. En lo largo del mes había insistido más de 10 veces que la dejara presenciar una de esas reuniones, pero Basilio siempre se negaba diciendo "más adelante, más adelante", ahora por más que sus hormonas se habían desatado prefirió asentir y sin palabras volver a su asiento.
Lamentablemente eso implicó alejarse de Biago y observar nuevamente a Basilio, pero no comentó nada hasta que el sottocapo tomó asiento a su lado. Notó que en ningún momento la dejó de mirar por lo que le fue imposible disimular la sonrisa de satisfacción que aquello le originaba.
—Hicimos el negocio en Taiwán, China, Japón, Australia y Alemania, habíamos pensado en trasladarnos a Francia e Inglaterra, pero dedicamos detenernos por un descanso antes de volver —comentó Biago resonando su voz en el lugar.
Esa voz grave y profunda. Era muy seguro que si seguía hablando pronto comenzaría a delirar.
—¿Cómo fue la negociación? —preguntó Basilio obteniendo una mueca de disgusto de su hijo.
—En Taiwán fue fácil, pero en China y Japón la tasa de por lo menos seis mil kilos bajó a la mitad, ellos no quisieron arriesgarse. En Australia y Alemania me advirtieron que la comercialización sería lenta por lo que ganancias no veremos hasta finales de año, lo peor es que me enteré de que la Ndrangheta está acaparando el negocio ya que con la mayoría de los que hablé me contaron que otros de la familia Condello habían hecho sus apuestas antes.
—Entonces...
—Entonces el negocio que tenía previsto se redujo por lo menos a la mitad ya que los intermediarios tienen otros con quien trabajar.
—Te lo dije —interrumpió Rubí. —El negocio de la cocaína no va a durar mucho, puede que traiga ganancias incluso cuando no todo se venda, pero el riesgo es muy alto y hay otros con un mayor respaldo.
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Rubí // Killer I: La Joya.
ActionEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...