Especial #5

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[Especial: La 'Ndrangheta]

Venecia, Italia.

03 de agosto, 2004

Estaba comenzando a amanecer mientras de mala gana Rubí recibía el pañuelo que le extendía una temerosa Idara para que limpiara un poco la sangre de su boca. El Lobo, quien estaba dormido en la banca a su lado, parecía imperturbable, pero incluso más dañado de lo que estaba ella en ese momento.

—Lo soltaste —acusó Rubí a Idara mientras pasaba el pañuelo en una de sus tantas heridas.

—Si no lo hacía ellos te hubieran matado —se excusó con un tono de preocupación en su voz.

Ambas miraron al hombre que parecía cabecear constantemente en la banca, hasta que finalmente cayó sobre las piernas de Rubí durmiendo por completo. Solo en ese momento Idara suspiró consciente de que por fin el somnífero que le había dado había surtido efecto. Rubí por su parte solo pudo comenzar a limpiar con el pañuelo algunas heridas del Lobo mientras éste dormía con tranquilidad.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Idara elevando su mirada al cielo y sonriendo a las pequeñas luces del amanecer.

—Esperar a que lleguen por nosotros para ir a San Luca. Logré la petición de Piero, es su turno cumplir su palabra.

—¿Seguirás con lo de la venganza? —preguntó bajando la cabeza para ver el rostro serio de Rubí.

—Claro, ¿qué clase de pregunta es esa?

—Bueno, ahora hay personas que quieren matarte por dinero.

—Con mayor razón tengo que apresurarme a conseguir lo que quiero, voy a devolverle todo lo que me ha hecho, incluso si me cuesta mi vida en ello, haré que pague el triple.

—Entiendo... —susurró Idara elevando su mirada otra vez.

—Idara... No necesitas acompañarme más, puedes quedarte aquí en Venecia con el dinero que apostamos, puedo decirle a Franco que venga de vez en cuando, puedo...

—Rubí —la detuvo de golpe observándola con detenimiento—, al igual que tú, yo también quiero venganza, esa mujer mató a mi familia y destruyó lo que yo llamaba vida, puede que aquí... no sea mi lugar y me perturbe siempre tu... tu forma de actuar, pero te prometo que me esforzaré, que te apoyaré en todo y ayudaré en lo que más pueda, ya estoy en esto y no me voy a quedar atrás, así que no trates de alejarme, ¿de acuerdo? —para su sorpresa Rubí sonrió asintiendo.

—Entendido, Señorita Conti, pero desde ahora las cosas tendrán que cambiar.

—¿Cambiar?

—No puedes vestirte así, ni temblar ante la muerte, desde ahora, Idara, tienes que ser incluso más fuerte que yo, porque serás la única que podrá cuidar mi espalda.

—Pero... yo no sé golpear... —balbuceó un tanto azorada por la petición.

—No necesitas saber sobre estilos de lucha para proteger mi espalda, solo necesitas hacer cosas como las de hoy. Saber cuándo soltar a los lobos para que vayan tras mi ayuda.

Ambas sonrieron con una promesa que no necesitó tener más palabras de por medio cuando cada una sabía cuál sería su función en aquella amistad. Unos minutos después llegó un auto negro a su búsqueda en el que Idara tomó el asiento delantero y Rubí con un poco de ayuda del conductor se adentró con un Adolfo muy dormido en la parte trasera.

—Fue un muy buen trabajo, Señora, el Señor Rossi estará muy contento con esto —anunció el chofer colocando en marcha el auto.

—Eso espero... —susurró Rubí viendo como nuevamente el Lobo caía sobre sus piernas mientras dormía.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora