Capítulo cuarenta y siete
Palermo, Italia
10 de julio, 2005
Era un cuarto oscuro alumbrado por una sola ampolleta que se balanceaba de un lado a otro había un cuerpo que sangraba, gemía y pocas veces mostraba signos de vida. Rubí se adentró procurando cerrar la puerta detrás de sí. Trajo una silla y una pequeña mesa con diferentes tipos de cuchillas y las colocó frente al cuerpo que solo se sostenía desde las muñecas en unas cadenas que daban al techo. Antes de sentarse se acercó, palmeó dos veces llamando al ser humano que yacía ahí y cuando pareció cobrar consciencia sonrió sentándose en su lugar.
—Por favor —se escuchó levemente en un gemido. —Por favor, ya no más —sollozó.
—Pero si acabo de llegar —sonrió Rubí, tomando una de las cuchillas. —Además en mi experimento esto está surtiendo efecto, sin heridas profundas puedes aún sobrevivir, estoy impresionada, Dane.
—No... no más —suplicó intentando moverse, pero solo provocó un leve movimiento en las cadenas.
—Creo que esta sala está muy bien equipada, Gioto fue muy inteligente al crear esta sala de tortura, lo que aún no me has dicho es porqué te tenía aquí.
—¿Hoy... quieres conversar?
—Si no gustas... —en un segundo la cuchilla que tenía en sus manos fue lanzada directo al cuerpo de Dane incrustándose en su estómago.
El impacto logró un estremecimiento de la joven y luego el gemido que no lograba salir bien desde su garganta, ya lo había hecho anteriormente, Rubí había cortado su piel y dejado que cicatrizara para luego volver a cortarla, había quemado algunas partes de su cuerpo con vela y otras veces había sido más ingeniosa intentando clavar sus extremidades a la madera en un intento de crucifixión, por suerte aquella vez había recibido una llamada y todo había quedado a medias, pero aún tenía la marca en su mano derecha que no parecía querer sanar. Dane aún no comprendía como es que había soportado tanto, supuso que la comida podía ser un factor, pero al final del día vomitaba por lo menos la mitad cuando la tortura llegaba.
—Me preguntaba si es que hoy querrías que te contara un poco sobre cómo están las cosas allá afuera, pero como veo que solo quieres jugar... —Rubí se levantó, caminó hasta quedar a centímetros de su rostro, tomó la cuchilla del estómago de Dane incrustándola un poco más hasta hacerla gritar.
—¡Hablemos, hablemos! —gritó llorando desesperada, a lo que Rubí sonrió quitando de un solo movimiento la cuchilla.
—Te desangraras rápido después de eso —comentó volviendo a su silla.
—¿Por qué no me matas de una vez?
—Eso me pregunto yo, ¿Por qué no me mataste, Dane? Tenías todas las posibilidades de haberme matado a mí en vez de a Rubén, en vez de Agata, en vez de Biago, ¿Por qué no me mataste a mí?
—¿Biago... murió? —susurró atreviéndose a sonreír.
En consecuencia Rubí volvió a lanzar una cuchilla esta vez cayendo en una de sus piernas y luego dos más que la acompañaron en zonas cercanas.
—No, no está muerto —masculló Rubí viendo el dolor de Dane en el rostro. —Por lo menos no está muerto como tu madre.
—¿De qué hablas? —cuestionó con un pequeño temblor en su voz.
—Ah cierto, no te he contado, tu madre, no la prostituta, sino que Doña Vitelo, se ahorcó, justo antes de que los policías pudiera allanar la casa ella tomó la decisión de irse antes de ir a la cárcel.
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Rubí // Killer I: La Joya.
БоевикEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...