Capítulo Veintinueve

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Capítulo Veintinueve

Palermo, Italia.

07 de septiembre, 2003

—Lo sentimos por haber venido sin mucho tiempo de anticipación —comenzó Basilio al adentrarse al salón al que los había invitado Provenzano. —Rubí me contó lo que ha estado pasando y me fue imposible quedarme con los brazos cruzados.

Se sentaron frente a frente en unos sillones individuales con una mesa pequeña en el medio, a un costado quedaba un sillón libre que Rubí se negó a ocupar mientras caminaba alrededor observando las mil y una figuras de decoración que descansaban en la sala.

—No te preocupes, Felivene —anunció Provenzano tomando su postura de relajación. —El asunto está en calma, no hay mucho por lo que intervenir.

—De todas formas me gustaría pasar a recorrer los pueblos esta semana —interpuso el Don.

—Como gustes —aceptó asintiendo. —Ahora, mi querida Rubí, me gustaría que me contaras como va ese otro asunto del que hablamos.

Sin voltearse a ver al Capo de tutti capi continuó pasando sus manos hasta llegar a una figura con forma de caballo, la tomó en sus manos observándola con detalle mientras evaluaba su peso y tamaño.

—Como te dije —comenzó haciendo que Basilio exhalara más de lo necesario ante el asombro. Lo observó un segundo intentando comprender lo que le ocurrió, hasta que logró reparar en ello. —Ah, cierto. Como le dije, Capo —giró sus ojos y dejó el caballo de yeso en su lugar para sentarse finalmente entre los dos hombres. —El asunto va en camino, tengo el año completo y me lo tomaré con gusto.

—¿Lo conversaste ya con Felivene? —insinuó moviendo su cabeza.

—No he podido por el asunto de la Doña y luego con la restitución de los caporegime.

—Algo así escuché —meditó pasando su mano por su rostro para recargarse incluso mejor contra el respaldo de su sillón.

Rubí observó a Basilio, quien parecía bastante confundido ante esa pequeña conversación, sabía que había omitido el pequeño detalle de la misión que le había encomendado Provenzano, pero tenía sus razones, que luego le haría entender.

—Bueno, siento lo ocurrido, puedo ofrecer a mis hombres para el mejor resguardo a tu familia, Felivene.

—No es necesario, hemos puesto a los mejores hombres a trabajar y Rubí me ha ayudado bastante en la selección.

—Es una de las razones por las que te tomarás el mes, ¿no es así, querida Red Lips? —cuestionó suspicaz.

—En parte —susurró observando de un lado a otro a los hombres de honor.

Era una cuestión peculiar, si lo pensaba nunca antes los había visto interactuar y al final de cuentas Basilio se parecía a todos los otros al ser un lameculos con Provenzano, no le gustaba para nada aquella imagen, de hecho parecía perturbadora, pero nada podía hacer para estar en contra, después de todo a ambos hombres los había terminado por considerar sus jefes lamentablemente.

Ellos comenzaron a conversar largo y tendido sobre la situación de la organización, Cosa Nostra no estaba en su mejor momento, pero tampoco era para temer, Provenzano comentó que había estado al tanto del actuar sin ordenes de Lo Piccolo al traer a la familia Inzerino de vuelta, pero aún no iba a dar una orden certera con esperanza de que la alianza diera frutos positivos y rezando a la vez para que Rotolo no enfrentara una crisis de odio hacia ciertos miembros de aquella familia que alguna vez había sido desterrada.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora