Capítulo Cincuenta y tres

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Capítulo Cincuenta y tres

San Luca, Italia

16 de Enero, 2007

Idara caminó por la nieve con tranquilidad mientras revisaba las cartas recién llegadas, encontró entre ellas una dirigida para ella de parte de Franco, por lo que incluso antes de volver a entrar a la casa la guardó entre las otras registrando las demás. Ingresó yendo directo hacia la oficina donde Piero Rossi se encontraba sentado con sus piernas cruzadas y su mirada serena como de costumbre.

Entre las cartas una le llamó la atención, por lo que dejando las demás en el escritorio se apresuró a abrirla y comenzó a leer rápidamente.

—¿Sucede algo? —preguntó el capo locale con un tono suave.

—Al parecer Rubí tendrá que ir a Turquía a finales de mayo —susurró Idara terminando de leer entregándole la carta.

—¿El Club Bilderberg? —leyó Piero. —¿Qué no es un grupo secreto de las máxima potencias mundiales?

—Ajá, pero Rubí no irá de invitada, vea quien firma...

Piero miró hasta el pie de la hoja encontrando solo dos iniciales M.S. lo cual significaba una orden de la Mamma Santissima. Levantó su mirada un tanto preocupado y suspiró al mismo tiempo que lo hizo Idara.

—Estamos en problemas si la envía ahí sola, es como meterse dentro de la boca del lobo.

—No sería la primera vez que Rubí está dentro de la boca del lobo, el problema es que no debe ir a matar a uno de ellos, sino que se debe escabullir y escuchar... Son tres días de audiencia, ¿Qué haremos?

—Definitivamente no enviarla sola.

—La carta dice...

—Sí, la carta dice, pero no necesariamente será por nuestro querer.

—¿De qué habla? —cuestionó Idara confundida.

—¿Has visto alguna carta de Adolfo? ¿Qué te parece si le recomendamos ir a Turquía en Mayo? —divagó Piero moviendo las cartas hasta encontrar una postal. —Aquí está, ¿qué dices?

Idara asintió, no parecía una mala idea, pero aun así dudó antes de comenzar a hacer las gestiones para un largo viaje que se vendría en cinco meses para Rubí.

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Habían pasado 3 años desde que su vida había cambiado completamente tras la muerte de su familia en Tuscania, se preguntó si hubiera podido seguir soportando una vida como la que tenía, siendo lavandera claramente no era mucho lo que ganaba, pero tenía todo lo que en ese tiempo podía pensar en pedir, una familia. Recordó con nostalgia cuando se encontraba con Franco a escondidas, recordó con nostalgia aquella primera vez que se habían besado y cuando habían tocado sus cuerpos con una intensidad más allá de lo físico por primera vez. Se estremeció al solo pensarlo, le gustaba el hombre y aunque lamentaba mucho la muerte de su madre, su hermana mayor y sus tías, ya había pasado suficiente tiempo como para reafirmar que no volvería a cambiar nada si el punto al que llegara fuera el mismo.

Quizás no tenía a Franco como lo deseaba, pero le bastaba, era suficiente sabiendo que podía amarlo sin restricción a la distancia. Tomó su teléfono cuando este empezó a sonar, eran las 23:09horas, así de exactos, día a día, una llamada diaria, ni un minuto más, ni un minuto menos.

Respondió con una sonrisa en la cara, aun cuando no podía verlo al escuchar su voz, sabía que también sonreía, porque así eran, unos niños anhelando una cercanía que no tenían, pero que aunque fuera a través de un teléfono bastaba para ser felices.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora