Capítulo dos.
Camino a Viterbo, Italia.
17 de marzo del 2003.
Cuando la cabeza de la pequeña pelinegra cayó en el hombro de Biago, él solo se limitó a mirarla de reojo. Era peculiar, definitivamente una mujer bastante merecedora de un lugar en el mundo, pero quizás no en su mundo.
Su padre jamás aceptaría a una mujer en sus tropas, pero tras lo visto aquella pequeña criatura se merecía más que nadie el puesto. Se preguntó si podría ir en contra de las órdenes de su padre, pero a la vez se respondió con elocuencia al recordar que era su vida la que estaba en peligro.
Hacía cerca de un año que estaba viviendo continuos ataques y aún no había podido descubrir quiénes eran los cobardes que lo atacaban por la espalda, por eso había decidido buscar algo por su cuenta, no podía seguir dependiendo de los imbéciles que se unían a la organización por gusto, era necesario romper la maldita regla para buscar a alguien lo suficientemente capaz desde un inicio. Lo que no podía creer era que esa persona fuera una pequeña mujer de rasgos asiáticos y labios rojos, no tenía sentido y era claro que cualquiera que lo viera se reiría en su cara.
—Merda —masculló recordando en toda la basura de cosas que había tenido que soportar en el último tiempo, la llegada de su compañera de asiento podría ser el punto culmine si es que no daba la talla necesaria.
—¿Sucede algo señor? —preguntó su mano derecha en el asiento de conductor.
Encontró sus ojos en el retrovisor y por más que quiso responder decidió volver su mirada a la mujer dormida en su hombro presionando su mandíbula. No podía dejar todas las esperanzas en ella, pero entonces, ¿Qué otra opción tenía?
—Cuando lleguemos a Viterbo consigue algo de ropa para Rubí y de inmediato busca de donde proviene.
—¿Rubí, Señor? —cuestionó Roger.
Solo en ese momento Biago notó que había verbalizado el nombre que inconscientemente le había puesto, de alguna forma los labios de la chica lo llevaban siempre ahí; ante aquella joya calificada como preciosa y de un valor sorprendentemente elevado. Se preguntó, en ese mismo momento si es que aquella mujer daría la talla para el nombre que le había otorgado, y con aquel desafío implícito, decidió descansar para ver con calma qué tanto podría ofrecer la muchacha.
—Sí, así la llamaremos —aceptó finalmente recostándose en el asiento de cuero sin preocuparse de mover a su compañera.
*
Viterbo, Italia.
Mismo día.
Cuando sus ojos se volvieron a abrir su cuerpo ya no dolía tanto como antes y su mente estaba un tanto más clara, pero sin recobrar los recuerdos de su pasado. Había tantas preguntas como vacíos en su cabeza que ni siquiera podía asegurar en qué lugar del mundo se encontraba exactamente.
Notó que el auto estaba detenido y que no había ninguno de sus acompañantes dentro de él, se acercó a la ventana viendo como ya había amanecido y logró divisar a una distancia prudente a Ojos azules y a Roger.
Por alguna extraña razón verlos le trajo alivio, ellos no la habían abandonado a su suerte aún, al parecer les podía servir de ayuda. Podría sentirse como una niña huérfana perdida en el mundo, quizás más como un cachorro salvaje acogida por dos lobos. No entendía muy bien cómo funcionaban las cosas en el lugar que había caído, pero mientras aquellos dos hombres se comportaran bien con ella, les ayudaría en lo que pudiera, esa sería su convicción.
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Rubí // Killer I: La Joya.
ActionEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...