Capítulo Veintidós

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Capítulo Veintidós

Viterbo, Italia

11 de julio, 2003

Se reunieron con dos de los soldados de la decina de Rubén, quienes se encargaron de llevar a Serra a la casona Felivene mientras ellos emprendían el viaje hacia Santa Bárbara, lado opuesto al que se encontraban. Durante el viaje hubieron dos llamados, primero el de Franco quien al parecer había realizado el trabajo antes que alguno de los demás soldados pudiera hacerlo.

—Llegué a una casa, parece impersonal, pero Testa entró y gritos comenzaron a escucharse, estoy rezando para que no sea mi madre, Rubí, ¿Qué hago?

—Dame la dirección exacta y espéranos a que lleguemos.

—Pero, Rubí... y si es realmente mi madre —sintió el vibrar de la voz de Franco, tenía miedo y podía incluso a esa distancia sentir el dolor de lo que significaba escuchar a su madre sufrir.

—Confía en mí —susurró esperando que el menor de los Felivene comenzara a hablar.

Franco le dio la dirección titubeante con la frase de "ven pronto" antes de cortar la llamada, pero al mismo segundo que le dictó el lugar a Rubén la radio que los comunicaba con los demás soldados se hizo presente.

—Capo, tenemos un problema —era la voz de Estefano uno de los soldados que había seguido a Catalano y a Fontana.

—Habla.

—Catalano está enfrentando a Fontana.

—De hecho, señor —se entrometió Marco, otro de los soldados. —El primero está apuntando a la cabeza del segundo.

—Esperamos ordenes, capo.

Rubí y Rubén se miraron uno al otro asombrado, lo que fuera que estaba pasando también incluía a la familia y no podía ser algo que pudiera dejarse al azar.

—Intervengan —ordenó Rubén al mismo tiempo que sus soldados exclamaron un glamoroso "mierda". —¿Qué ocurre?

—Fontana acaba de disparar a Catalano.

—Pero dijeron que... —antes de que pudiera terminar la frase Rubí cerró los ojos para luego susurrar. —Debemos ir a intervenir.

—Pero... La Doña.

—Vamos, Rubén —demandó Rubí haciendo dudar a Rubén completamente, pero de todas formas el francés giró el auto en dirección a Bagno del Bussete.

*

Estaba comenzando a aclarar, lo que indicaba que pronto iba a amanecer y Rubí aún no llegaba al lugar, no habían pasado más de dos horas, pero estaba comenzando a desesperarse y temía por la vida de su madre, fuera o no fuera la mujer dentro de aquel lugar ya había dejado de gritar, pero aun así Testa no había salido del lugar.

Miró su reloj. Las 5:40 de la mañana, en seis horas su padre tendría que dar un veredicto o tal vez antes, por el bien de su madre, mientras que él tenía que estar escondido vigilando aquella casa sin poder hacer nada. Se estaba cansando y a pesar de confiar plenamente en Rubí no pudo mantener su promesa de esperarla.

Finalmente cuando el sol comenzó a aparecer se levantó de su lugar con una pistola en su mano derecha, sus soldados, más dos soldados de Rubén intentaron detenerlo, pero antes de salir de su escondite él ya estaba en frente de la puerta tocando como quien viene de visita a algún lugar vecino.

En unos minutos la puerta se abrió mostrando a Testa con las manos manchadas de sangre y una sonrisa de suficiencia. Elevó la pistola a la frente del caporegime al mismo tiempo que dos armas de fuego llegaron a sus sienes por lados opuestos, en ningún momento vio llegar a esos soldados los cuales lo incitaban a adentrarse a la casa.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora