Capítulo veinticinco
Viterbo, Italia
21 de agosto, 2003
Rubén había recibido la noticia inesperadamente y no se había alegrado por ello. Se molestó, pero luego de las palabras del Don solo supo que tenía una cosa que hacer; hablar con Rubí. Había evitado la conversación al igual que ella, estaba consciente que aún seguía enojado por la poca complicidad que tuvo con él frente a los caporegime, por lo menos con Catalano y Fontana, no entendía por qué ella no le había dicho de lo que sospechaba y mucho más no comprendía como había sido posible que de un momento a otro se hubiera convertido en una persona tan impresionante en aquel momento.
Tenía sentido, después de todo era Rubí, aquella mujer que sorprendía a todos con solo apreciarla y que la mayoría de las veces era subestimada. Sabía que ella podía hacerlo, sabía que no debía sorprenderse, ella era de esa forma y no cambiaría, pero por un momento, por un solo segundo había pensado erróneamente que podían ser camaradas o más bien aliados.
Lamentablemente todo se fue bien lejos cuando salió de la oficina del Don dispuesto a discutir el tema con ella, pero a cambio de encontrar a la muchachita dura y siniestra se encontró con una dulce doncella vestida con un vestido floreado. Jamás había sentido tal golpe en su pecho y comenzaba a sospechar que debía ir urgente al doctor por una posible arritmia. Cuando por fin quedaron solos y se encargó de llevarla hasta la zona de descanso de los soldados sintió como estaba fuera de lugar, Rubí no pertenecía ahí mucho menos vestida como toda una señorita, pero rápidamente recordó a quien estaba pensando cuando esta se cruzó de brazos y lo observó altanera.
—Bien... —instó Rubí a lo que Rubén inmediatamente tomó sus brazos descruzándolos.
—No voy a discutir contigo —suspiró sentándose en un taburete, a esa hora todos los soldados estaban entrenando dejando deshabitada esa parte de la casona.
—¿Ah, no? —cuestionó Rubí bajando la guardia y volviendo a ser esa niña inocente que combinada con el vestido. —¿Entonces?
—Siéntate, quiero conversar —Rubén indicó la silla frente a él instando a Rubí a tomar asiento lo cual sorprendentemente la muchachita hizo sin reclamos. —Acabo de hablar con el Don, me contó que le pediste enviarme a Tarquinia...
—Yo...
—Espera —la interrumpió. —Me dijo que probarías a los caporegime y que me permitiría unirme a la prueba solo para observarme. Nunca pedí que apelaras a mi favor dentro de esa casona... ¿Por qué lo hiciste?
—Quiero que vayas ahí.
—¿Te quieres deshacer de mí?
—No, quiero que descanses y hagas lo que más amas.
—¿Amar? ¿Te refieres a cobrar el pizzo?
—No, me refiero a interactuar con las personas —aclaró suavemente.
Con aquella frase Rubén se acalló de inmediato observando a la pequeña china frente a él, parecía tímida al estar conversando como si tanteara el terreno ante una posible eventualidad, no podía estar más sorprendido ante la acotación de Rubí, incluso cuando el Don se lo comentó le parecía ridículo, jamás se imaginó ascendiendo de cargo, de hecho ser capodecina para él ya era demasiado, no entendía, hasta que aquella muchacha, antes siquiera de haber podido comunicar sus inquietudes, ya lo había leído y había hecho algo para solucionarlo.
Estaba agradecido, sorpresivamente agradecido ante esa mujer que al parecer podía traerle mil emociones en menos de una hora.
—Además, si vas... podré ir a competir en las luchas clandestinas más seguido y haríamos dinero los dos, ¿No crees que sería divertido?
ESTÁS LEYENDO
Rubí // Killer I: La Joya.
ActionEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...