Capítulo Treinta y nueve

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Capítulo Treinta y nueve

Roma, Italia

20 de junio, 2004

Los hombres en la reunión no eran más que dos de los políticos más importantes de la época, se habían reunido tras la petición de un anónimo que afirmaba tener las explicaciones sobre la condena hacia Dell'Utri. Los hombres de honor, con los que habían trabajado, solo dieron una frase bastante malograda que los dejó con una increíble decepción; "Que cumpla su condena como un hombre". No tenía sentido, la mafia tenía a cientos de seguidores y cualquiera podría tomar el lugar de Marcelo, pero no, ellos simplemente le habían obligado a dejar las cosas como estaban. La segunda opción que tenía Napolitano y Berlusconi, era recurrir a su junta secreta con Felivene y Rossi, pero antes de que pudieran reunirlos a todos había llegado aquella cita un tanto intrigante y enigmática que les llamó de tal manera la atención que habían accedido ambos en tomarla al mismo tiempo.

El sonido de unos tacones les advirtió de la presencia que se acercaba y ello se confirmó cuando una mujer con una máscara veneciana se adentró al salón con gran seguridad y soberbia, que podría desconcertar a cualquiera. La mujer, sin dar luces de su identidad llegó hasta la cabeza de la mesa sentándose con comodidad y las manos a los costados esperando que en algún momento alguno de los presentes se dignara a hablar.

—¿Eres el informante? —cuestionó Napolitano siendo el primero en hablar.

—No —respondió la mujer con tranquilidad.

—¿Quién eres?

—Soy la causante de sus próximos males —respondió con una risa desbordando de sus labios, lo que desconcertó a ambos hombres. —Tengo entendido que tienen un trato con la mafia Calabresa y la familia Felivene, tú serás el nuevo Presidente y tú, su jefe de gobierno, ¿es así? —indicó la mujer con una evidente confianza ante sus palabras.

—¿Qué buscas de nosotros? —demandó Berlusconi comenzando a molestarse con la presencia de aquella mujer.

—¿Quieren conservar sus posiciones y seguir avanzando? Entonces tendrán que ser mis títeres.

El silencio que se formó en la sala solo fue dado porque los hombres que habían llegado junto a la mujer extendieron una carpeta a cada uno de los presentes, Berlusconi y Napolitano comenzaron a hojear los documentos con desconfianza y fue incluso peor cuando vieron su contenido. Había toda clase de papeles, desde evidencias en sus trabajos con la mafia hasta los turbulentos negocios que manejaban con el fin de tener mayor rentabilidad económica para sí mismos, había una cantidad de información que nunca antes habían visto y entre todo, lo que fue peor, la presencia de los detalles exactos que podrían derribar cualquiera de sus actuales carreras.

—Ahí encontrarán todo lo que puede enviarlos a la vergüenza pública, pueden caer sus empresas a la quiebra o simplemente empezar a morir lentamente, también puedo hacer las tres cosas a la vez, no es tanto lo que me pueda costar.

—¡¿Qué quieres?! —exclamó Berlusconi levantándose de su asiento mientras tiraba la carpeta sobre la mesa.

—Ya te lo he dicho, sé mi títere. Permitiré que continúen su trabajo como deben, tú llegarás a la presidencia y tú, continuarás en tu cargo como jefe de gobierno, solo... necesito que me ayuden a controlar a la mafia, los quiero a todos en la palma de mi mano así como los tengo a ustedes —señaló extendiendo su mano y luego cerrándola en puño. —Tienen 24 horas para aceptar mi trato, de otra forma esta información caerá en manos públicas y no estoy segura de cómo vaya a reaccionar el mundo sobre sus... ¿fechorías? —rió encogiéndose de hombros mientras se levantaba para salir del salón mientras ambos hombres se quedaban con las palabras en sus bocas y la rabia surgiendo desde lo más recóndito de sus cuerpos.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora