Capítulo Treinta y siete
Viterbo, Italia
20 de enero, 2004
—¿Cómo es posible que haya sucedido esto? —exclamó masajeando sus sienes mientras observaba los papeles en el escritorio.
—¿Lo dice por las bajas en el negocio o el suceso en Tarquinia? —preguntó Donato detenido a un costado.
Basilio levantó su mirada con lentitud, un poco incrédulo por la pregunta de su consigliere, es decir, no había ni siquiera en donde pensarlo, todo, exactamente todo era un problema y entender cuándo había comenzado era lo que le estaba quemando la cabeza. Antes de volver de Roma todo parecía realmente bueno, los negocios iban en crecimiento, sus alianzas se estaban estrechando y hasta iba a comenzar por sí mismo en el negocio de la construcción. ¿En qué momento todo se había volteado? Ahora, no solo había perdido a uno de sus mejores hombres, sino que además faltaban cien mil euros en las cuentas, los negocios de Tarquinia estaban sin un administrador y la persona que se suponía se encargaba del resguardo de su familia, estaba en una crisis depresiva bastante exasperante para su gusto.
¡Todo estaba mal y no sabía cómo devolverlo a su inicio!
—¡Dios! —exclamó levantándose de golpe. —¿Biago terminó los preparativos para adelantar la boda?
—Está en proceso señor, en abril visitará a nuestros aliados para entregar las invitaciones.
—¿Se quedará en Roma?
—Por una semana, señor —Basilio asintió y suspiró.
Por lo menos eso era un avance, su hijo se estaba comportando como era debido y con todos los problemas ni siquiera había escuchado si es que había vuelto a encontrar con su amante. El matrimonio era lo único que podría confiarle un poco de respiro, el trato que tenía con Vitelo haría que su familia se fortaleciera y los negocios que siempre había querido pasarían a mano de Biago lo cual protegería las ganancias que estaban descendiendo, o por lo menos eso quería creer. Suspiró nuevamente, tendría que comenzar a moverse por su propia cuenta para poder asegurarse de todo, no habría forma de que siguiera sentado leyendo los papeles que no daban un buen augurio a sus negocios.
—¿Has averiguado algo de lo que realmente ocurrió aquel día?
—Estamos en proceso, señor.
—Bien —asintió caminando hacia la salida. —Avísame cualquier cosa.
—Sí, señor —alcanzó a escuchar para salir completamente y dirigirse donde Fiore, necesitaba un descanso, aunque fuera un respiro, y sabía que el único lugar en el que podía sentirlo era junto a su mujer.
*
Tarquinia, Italia
20 de febrero, 2004
—¿No crees que deberíamos decirle al Sottocapo? —comentó Roger al tiempo que tiraba un montón de papeles sobre la mesa del café.
Rubí elevó su mirada solo un segundo para encontrarse con esa expresión seria en el rostro de su compañero, llevaban un mes investigando sobre lo que realmente necesitaba la familia Vitelo contra los Felivene y en ningún momento la información había salido de esa casona, tenía la convicción de que mientras menos personas supieran más ventaja tendría, así que había pedido encarecidamente a Roger que solo se mantuvieran entre los dos, aunque claramente el hombre no estaba ni un poco de acuerdo.
—Encontré ciertas cosas que se relacionan con Blood Eyes, creí que te podría interesar —comentó sentándose en el sillón de enfrente.
Rubí tomó los papeles que representaban varios contratos antiguos, por lo menos de hacía diez años, que evidenciaba la petición de la familia Vitelo por que alguno de los asesinos de Blood Eyes se encargaran de ciertos asuntos un tanto engorrosos, también estaban las fotos de la evidencia de los asuntos finiquitados y el traspaso de pagos a Blood Eyes, no había información sobre los asesinos, pero figuraban las cuentas como si se tratase de alguna transacción legal entre empresas.
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Rubí // Killer I: La Joya.
ActionEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...