Capítulo Cincuenta y seis

71 7 8
                                    

 Capítulo Cincuenta y seis

Viterbo, Italia

03 de enero, 2009

—Necesito ayuda.

La forma en que Biago irrumpió en la oficina de Basilio hizo que el antiguo Don se reincorporara más rápido de lo que alguna vez había hecho.

—¿Qué diablos sucede para que entres golpeando la puerta de mi oficina como cuando tenías 18 años, Biago? —juzgó Basilio molesto.

—Lo siento, padre, pero de verdad necesito ayuda y que estemos a solas.

Observó a los soldados a los lados quienes siempre lo resguardaban cuando Rubí no estaba en la casona, puesto que siempre en las mañanas la muchacha se daba rondas por diferentes sectores de Viterbo, era obvio para su padre tener que resguardarse por mientras.

—Salgan —les dio la orden a los dos hombres, quienes sin ningún contratiempo asintieron saliendo de la oficina. —¿Ahora si me dirás que ocurre?

—No puedo —susurró frustrado sentándose en la silla frente al escritorio, permitiéndole a Basilio sentarse también.

—¿Qué es lo que no puedes?

—Acabar con Rubí —llevó sus manos a su cabello frustrado y desordenándolo en el camino, mientras su padre lo observaba desconcertado.

—¿De qué hablas, Biago? ¡Rubí es tu esposa, la futura madre de tus hijos!

—Rubí no puede tener hijos, papá, quítate esa estúpida idea de la cabeza —exclamó, abrumándolo aún más.

—No entiendo que sucede aquí —masculló Basilio perdiendo el hilo de la conversación.

—Solo necesitas ayudarme, si yo no puedo entonces tú si puedes.

La mirada determinada que le ofreció Biago a su padre fue más que suficiente para saber que había perdido la cabeza en algún momento, solo que lamentablemente no se había dado cuenta del momento exacto en que había ocurrido. No pudo más que asentir, necesitaba que Biago confiara para poder entender la historia completa, de otra forma no habría como ayudar al pobre hombre de ojos azules que tenía en frente.

*

Nápoles, Italia

15 de abril, 2009

Mientras observaba el mar desde el balcón de su habitación, lo único que podía pensar era en Biago, quizás algo estaba haciendo mal, quizás simplemente se había comportado de forma extraña con él en algún momento y no se había dado cuenta o simplemente el trabajo la consumía demasiado como para estar el tiempo suficiente a su lado. Cuando iba a darle una nueva vuelta al asunto llegó Idara a su lado pegándose a la baranda del balcón, dándole un leve empujón, una sonrisa e indicándole su libreta en manos. Oh cielos, trabajo.

—La gente en San Luca no está muy feliz y mucho menos la gente en Roma o en el Vaticano —informó nerviosamente Idara.

—Últimamente no hago muy feliz a la gente al parecer —susurró Rubí mordiendo su labio inferior mientras pensaba en Biago y la extraña actitud que había estado tomando al ser más frio y distante.

—¿Todo bien? —preguntó esta vez Idara con un tono condescendiente haciendo que Rubí la volteara a ver.

—Supongo —suspiró. —Cuéntame, ¿a quién debo ir a visitar primero? —se inclinó para ver la agenda en donde se encontraban anotado todas sus citas por hora, lugar y fecha, tan ordenada como siempre.

Rubí // Killer I: La Joya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora