Capítulo Cuarenta y ocho
Belcolle, Italia
19 de septiembre, 2005
Cuando Fiore escuchó la voz de Biago solo pudo correr para acercarse a la camilla y verificar lo que su mente había imaginado ciento de veces. Ahí estaba con sus increíbles ojos azules abiertos observándolo un tanto confundido seguramente al despertar después de tantos meses. Se dio cuenta entonces que Rubí no estaba tensa, sino que más bien estaba llorando sin contención mientras veía a Biago intentar reacomodarse en la cama.
—Espera, cariño, espera, llamaré al médico para que verifique que estés bien —pidió Fiore corriendo hacia la salida no sin antes intentar hacer reaccionar a Rubí para que se moviera o dijera algo. Esperaba que pudiera entender su gesto al tomarla de los hombros y hacerla caminar, pero no podía darse mucho tiempo cuando necesitaba ir por el doctor de inmediato.
*
—¿Qué ocurrió para que estés aquí? —preguntó Biago sintiendo su garganta raposa y su boca reseca, no estaba seguro cuanto tiempo había dormido, pero por lo tenso de sus músculos supuso que fue bastante.
—Atentaron contra tu vida —respondió Rubí sollozando. —Y no estuve ahí para cuidar de ti...
—Oh por dios, il mio rubino, ven acá —intentó abrir sus brazos que aún se sentían agarrotados por la falta de movimiento y, aunque lo hizo lento y con dificultad pudo extenderlos esperando a que Rubí llegara a abrazarlo.
No necesitó ninguna otra explicación para ir hasta él, y aunque al abrazarlo se quejó por su cuerpo aun en recuperación no pudo evitar sentirse maravillosamente al tenerlo a su lado otra vez. Lo había extrañado, más de lo que podría admitir, y aunque para Biago aun parecía haber muchos espacios vacíos en cuanto a los sucesos que habían ocurrido en ese entonces, prefirió disfrutar de ese momento con Rubí por unos minutos más antes de arruinarlo por la ansiedad de saber.
*
La Señora Fiore se encargó de llamar a todos, avisó a cada familiar sobre Biago mientras que Rubí no pudo evitar seguirlo en todo el proceso de evaluación. Tenían que realizar los chequeos correspondientes para conocer su estado, desde su mente, sus recuerdos, hasta lo físico y mientras esto sucedía Rubí solo se mantuvo atenta observando a los médicos trabajar a través de un vidrio, esperando que le dieran el reporte completo.
Varias horas después cuando ya todo estaba realizado y solo esperaban los resultados de los exámenes Rubí dejó de morder sus labios y uñas para apreciar dormir a Biago, sabía que ahora solo estaba descansando tras el largo día, pero aun así no podía evitar sentirse ansiosa porque despertara nuevamente y confirmar que todo estaba bien, que todo iría mejorando y que por fin podría cumplir para lo que había sido enviada sin contratiempos.
—Señorita Rossi, aún se encuentra aquí —saludó el doctor entrando sin siquiera tocar.
—Lo estaba esperando —respondió Rubí fríamente esperando que comenzara a hablar.
—Entonces supongo solo espera los resultados —comentó el Doctor atento a la confirmación, que solo llegó en un gesto de cabeza. —Bueno, en resumen todo se encuentra bien —comenzó observando unos documentos que traía en la mano. —Pero creemos que podría perder la movilidad completa de su pierna izquierda...
Rubí dejó de observar a Biago para ver directamente al Doctor, dio un solo paso que el hombre retrocedió y a pesar de lo amenazante que podría verse con una mirada molesta, él sonrió.
—Pero no se preocupe, Signorina Rossi, aun debemos comenzar con la recuperación, han sido cerca de seis meses en las que su cuerpo no se ha movido, sus músculos necesitan recuperarse al igual que sus huesos, solo entonces lograremos ver su progreso y que tan dañado quedó su cuerpo tras el accidente, por ahora todo se encuentra en buen camino para una excelente recuperación.
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Rubí // Killer I: La Joya.
AcciónEn un mundo en el que no se puede confiar en nadie, ella llega sin armas ni memoria para defender al sottocapo de una familia mafiosa en Italia. En un mundo en el que en realidad nadie la dejará participar, tendrá que demostrar con sangre y sudor, q...