Capítulo 50

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Narra Hyungwon:

Aquella mujer deja los pedazos de las tazas rotas en el mesón  

Aún me tiemblan las manos por el nerviosismo, inclusive, una parte de mi tiene temor, pero sobre todas las cosas, me da tristeza sentir que mis sospechas son muy cercanas a la realidad.

Lleno el traste de agua y lo refundo en el bañador del lavaplatos. 

—¿Hace cuánto la conoces?—Me sobresalto un poco—Perdón, te asusté

—No... Lo siento, estaba pensando en algo...

—¿Es la primera vez que eres testigo de algo sobrenatural?

—Mmm...—Contengo mi respuesta, no quiero parecer grosero frente a las creencias de alguien más.

—Dilo ¿Ya viste algo sobrenatural?—Lamentablemente, insiste en el tema, sólo puedo ser honesto:

—Creo que ella necesita atención médica para recuperarse pronto, es todo—Ifigenia continúa con el gesto ablandado, lo que significa que no la ofendí. 

—¿Entonces no crees que exista algo más de lo que podemos percibir?

—No lo sé—Aunque sé que gran parte de mi teoría se relaciona con esto, con las sectas y religiones que fomentan estas creencias, no quiero tocar el tema, no comprendo qué me sucede, como si al ver a Zdenka de la forma en que la vi, tan errática, simplemente me hubiera desanimado del todo.

—Es una pregunta muy simple ¿Crees o no?—Su insistencia me hace perder un poco los estribos

—De tener una respuesta no sería reportero, trabajaría como científico en la NASA—me doy cuenta de que he sido un poco grosero cuando las palabras ya han salido de mi boca, pero quizá de ese modo se de cuenta de que me siento incómodo—Yo... Disculpe.

—Descuida. No te traje acá a lavar los trastes. Ven, acompáñame un minuto al jardín trasero—Me pide, mirando hacia la puerta para checar si Zdenka ya se ha puesto de pie, me asomo un poco también, está terminando de ponerse los... pantalones, me volteo rápidamente y siento que mis orejas están rojas. Espero que ninguna de ellas se haya dado cuenta de lo que acabo de ver... La espuma del limpiador de platos sale de la esponja cuando la estrujo y cae al suelo. 

—No eres tan cercano a ella—expresa mirándolo de forma perspicaz

—Hace un mes, no lo sé...—respondo un poco cabizbajo, siento que la nariz me pica y me la rasco con el dorso de la mano, ya que mis manos aún estan húmedas. Dejo la esponja en el lavaplatos.

—Oh...—La mujer parece conmovida, aunque no entiendo por qué, quizá mi gesto seguido con el tono de voz la confundieron...—Se nota que pese al poco tiempo, han establecido una conexión lo suficientemente profunda como para que te sientas afectado.

—Creo que ella es una buena persona a la que le pasaron cosas malas, y no hay nada más triste que eso... Los humanos pueden ser la fuente principal de las historias de terror más horripilantes— la primera oración es la que me duele... a pesar de mis sospechas sobre Zdenka.

—La humanidad también puede ser la fuente de amor más grande—pausa, no respondo y ella nota que no tengo intención de seguir ese hilo de conversación—Quiero contarte algo, pero creo que ella podría alterarse si nos escucha.

—Ok—Digo poniendo una de las tazas que se salvó de quedar quebrada en el agua de los trastes, la observo con atención

—Acá no, estamos muy cerca de la sala— la mujer abre la pequeña puerta que comunica la cocina con el jardín trasero y salimos. Este "jardín" a penas consta de unas rosas, margaritas y unas cuantas plantas de marihuana. Me quedo callado,  hace algo de frío, pero Ifigenia no parece crisparse. Ignoro qué puede ser tan delicado.

—Les dije que Suzane se presentó con otro nombre y que no recordaba—Se aclara la garganta y toma la regadera para dejarla cargando de agua en la pileta.

—Es común olvidar...

—Ella se presentó como Zdenka

—Mmm... —Ya imaginaba algo parecido

—Suena a que lo esperabas

—Evadiste el tema frente a Zdenka y la miraste antes de decirme que no lo recordabas, lo que me hizo suponer que estabas ocultando algo sobre ella. 

El viento sopla cada vez más fuerte y el rumor de los árboles moviéndose fuera de la propiedad, llega a nosotros

—Dicen que ella era vegana ¿Eso empezó con ustedes o fue después?

—Fue después. Por alguna cosas que me contaron en el círculo, tengo la sospecha de que Suzane terminó por unirse a la Órden del Templo lunar—Carga la regadera en una pileta de la pared— ¿Escuchaste sobre ellos? 

—Los he investigado, uno de sus líderes fue acusado de ser parte de una red de pederastas y trata de personas.

—Entonces imagino que sabes cómo es su sistema de creencias...—cierra la llave del agua.

—¿Alguna razón para pensar que Suzane era parte de aquello?—A ratos, cuando me mira fijamente, siento que puede ver a través de mi o escuchar todo lo que mi mente maquina, y eso me incomoda.

—Es que la Orden del templo lunar tiene como prohibición la ingesta de cierta carne, porque  la entidad en la que creen podría molestarse si sus siervos se alimentan de "carne sucia" ¿Sabes a lo que consideran "carne limpia"? —No me da tiempo para contestar—Ellos practican el canibalismo.

—Pero la Orden del templo lunar estaba compuesta sólo por varones, lo revisé, sus creencias tienen mucha misoginia de por medio, es justamente lo que me hizo crear otra  teoría en la que ellos están implicados...  

—Eso era hace cinco años, pero poco a poco fue cambiando. La mujer que quiera unirse a La Orden debe comprometerse a permanecer como seguidora a la sombra de los creyentes varones

—Pero...

—Ya no se metan en este asunto, es peligroso, no sólo porque los miembros de La Órden son sanguinarios, hay personas muy poderosas en el mundo que forman parte de ella.

—Suzane era amiga de Zdenka, no va a renunciar tan fácilmente

—Dices que ya ha pasado por cosas malas, si te importa un poco, no querrás que termine de quebrarse.

Zdenka abre la puerta que conduce a la cocina, nos mira, pálida, tan blanca y tan sonriente.

—Me dejaron sola demasiado tiempo y me aburrí ¿De qué están hablando?—Me mira a mi. El viento vuelve a soplar y le alborota el cabello. ¿Cómo puede alguien estar hecha de fuego y hielo a la vez? 

Su mirada es tan ambigua, que vuelve a darme esa sensación que no me agrada. 

—Sólo me decía que deberías considerar la meditación para tu problema—respondo, mientras Ifigenia empieza a regar sus plantas.

—¿Esa es marihuana? ¿La vendes?

—Sí lo es, pero no la vendo—responde enseguida.

—Siempre he querido saber qué se siente fumar una cosa de estas. Mi primera terapeuta me lo recomendó pero no me convencía la idea—Me asombra un poco oírla decir eso. Una parte de mi aún la consideraba demasiado inocente, pero otra que suele tener una visión más realista del mundo, se siente igual de sorprendida porque esperaba que ella ya la hubiera probado.

NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora