Capítulo 3

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Aunque no quiere mostrar su peor cara, no puede evitarlo. Hay un par de tipos que se han colado en el lugar pese al letrero que indica "NOCHE DE CHICAS", pero eso no le resulta tan desagradable como el hecho de que han empezado a mostrar interés en una de su grupo y no han le han quitado la mirada...

"Dentro de dos minutos el más alto y sin chiste va a acercarse a Priya, aunque ella está fuera de sus ligas... va a arriesgarse... Es notorio porque está prestando especial atención a lo que ella pidió al mesero... mientras, el otro, el de cabello oscuro, seguramente irá con Susi, la ve con cierto aire... como si la conociera, nadie puede culparlo, es una morena preciosa y sus piernas son kilométricas, pero no sólo es  bonita, se ve amable y abierta a entablar una conversación... su lenguaje corporal la delata, aprecio de verdad que trate de disimularlo... me da ternura que quiera hacerme creer que sólo desea diversión entre amigas, pero por la posición de sus piernas y el jugueteo de sus dedos con su cabello rizado... tendría que ser ciega para no darme cuenta que esta noche vino en búsqueda de interacción masculina, y en realidad... eso hace la gente normal, romper la soledad..."

Zdenka toma un trago de su botella de cerveza y pone sus pies sobre la mesita del centro, tratando de relajarse y dejar que las cosas fluyan... Sin embargo, después de unos minutos, le da la impresión de que alguien la está vigilando, frunce el ceño y observa a su alrededor, arquea la boca hacia abajo y sigue sumergida en sus gruñidos internos.

Los hombres de la barra, tal cual lo predijo, caminan hacia ellas y utilizan la típica jugada de ofrecer bebidas, ella se limita a sonreír sin mostrar los dientes, tratando de verse menos disgustada e incluso ser amable para no resultar una egoísta con sus amigas.

Los escucha hablar, uno dice ser arquitecto de una firma pequeña (aunque por el tono de su voz suena a mentira, además su ropa luce muy cara como para eso), el otro es ingeniero de sistemas, Priya hace el chiste típico de "Ahora ya tengo un conocido que sepa instalar antivirus y hackear computadoras" y aunque el hombre parece haber escuchado esa broma muchas veces, finge que le parece gracioso para caerle bien.

"No parece tan mal tipo" piensa Zdenka tratando de luchar con su lado prejuicioso "Aunque no puedo decir lo mismo del que está al lado de Suzane..."

Llaman un par de veces al mesero, pero como el lugar está abarrotado, nadie les toma la orden, Zdenka termina el último trago de su pequeña botella de Heineken y se pone de pie.

—Don't worry! Yo voy por las bebidas ¿Qué les gustaría?

No lo hace sólo por servicial, también porque le parece estar demás allí.

Escucha los encargos y empieza a caminar a la barra, se siente adormecida, como si flotara, la idea descabellada de que el amor de su vida podría ser una mujer le llega a la cabeza y por primera vez en la noche sonríe.

Pide las bebidas y se queda esperando a que le den su cerveza, su norma inquebrantable es la de no tomar algo que no viera cómo fue servido o destapado.

Después de quedarse parada por unos minutos y empezar a tamborilear con los dedos, al son de la música, el bartender finalmente abre su cerveza y la desliza por la barra, sin embargo, sus reflejos no son los suficientes para alcanzarla y esta cae al suelo. Escucha como algunas personas le corean "Buuuuu", mientras ella inclina la cabeza apenada.

El bartender abre otra botella y esta vez la desliza con mucha más delicadeza, como si tratara de hacerse un poco la mofa; sin embargo, en esta ocasión, alguien más sostiene su trago, como si apareciera de improviso...  simplemente fantasmal.

—Oye, ese es mi trago — expresa tímidamente.

—Tienes razón, disculpa— Dice frío, mirándola apenas por un par de segundos y alcanzándole la botella sin establecer contacto visual.

—Gra... gracias

—De nada— Con esa expresión cortante, el hombre parece haber dado por finalizada la interacción, parece distraído en otra cosa, saca un pequeño reloj de arena pegado a un mecanismo dorado del bolsillo de su gabardina negra, es tan pequeño que sólo contabiliza los segundos.

Zdenka lo observa, el hombre tiene un anillo de calavera en uno de sus dedos... El desconocido se percata de estar siendo examinado y la mira con cara incómoda.

—¿Sí?

—Lindas ma...nos. Adiós.

Da media vuelta y empieza a caminar hacia la mesa... Encuentra a sus amigas poniéndose de pie para ir a bailar. Cuando la invitan a unirse ella no sabe bien qué responder. 


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