Narra Zdenka
Cuando salimos del Ministerio ya es muy tarde, pero varios periodistas continúan afuera, odio esto, no es que la muerte de Suzane les resulte importante, sin embargo, alguien había filtrado información del caso del asesino en serie y los medios de comunicación están empecinados en conocer la verdad, aunque también hay reporteros amarillistas, los mismos que cuando llegué para testificar me hicieron preguntas desagradables sobre los detalles del cuerpo de mi amiga, detalles que ignoraba.
Mis ojos no pueden enfocar ningún objetivo, estoy perdida, mareada, no sé realmente lo que declaré frente a los policías y por momentos creo que este es un mal sueño, una pesadilla. Me miro las manos, confundida, parece algo bastante real. Priya camina adelante, tiene gafas puestas y la capucha de su chaqueta.
Los flashes de las cámaras se disparan y junto a ello, vienen las preguntas, las oigo apenas, suspendiéndose en el aire.
"¿Es cierto que ustedes fueron las últimas personas que vieron a la víctima con vida?"
"¿Su amiga fue vejada como las anteriores víctimas?"
"¿Por qué la encontraron con ropa interior?"
"La víctima pertenecía a alguna secta?"
Quiero enterrar mi cabeza bajo suelo, la mantengo gacha, no siento suficiente fuerza en el cuello para levantarla, me arden los párpados. Suspiro. Cierro fuerte los ojos, como una niña que pide despertar. Recuerdo las palabras del hermano se Suzane diciéndonos que nosotras pagaríamos por lo que habíamos hecho... Su mirada tan dura, como si no tuviera dudas de que la asesinamos; y Priya, callada pero llorando... Yo siempre pésima para encontrar las palabras correctas para consolarla ¿Consolarla? ¿Consolarla por qué? Si ni siquiera podía entender lo que estaba pasando...
Siento heladas las manos mientras bajo las gradas, mis piernas tiemblan, son como gelatina, mis párpados me pesan. Busco un caramelo en el bolsillo de mi chaqueta, quizá tengo la presión baja. Suspiro al palpar un empaque vacío, elevo la mirada hacia el cielo. Es como si el aire que entra por mi nariz fuera insuficiente para mis pulmones.
Veo el flash de una cámara, creo reconocer un rostro, es aquel hombre, el coreano de la barra del bar, su atuendo es diferente a todos allí, es informal y luce muy joven, me hace preguntarme qué hace ahí, se ve tan ajeno a ellos. Su mirada es profunda, me mira con seriedad y baja la cabeza unos grados, como si me diera el pésame desde su lugar, pero ni siquiera puedo devolverle algún gesto, dejo de verlo; Priya da vuelta y me agarra de la mano.
—Estás azul—me observa mientras llegamos al taxi—Y tu boca está morada.
No digo nada, tengo la cabeza ladeada sobre el hombro, trato de sonreír, negando lo que pasa, y no puedo, un cosquilleo en mi nariz activa un lagrimeo en mi ojo izquierdo.
—Entremos—dice mi amiga, secándome la cara con la mano y abriendo la puerta del auto, sin decir más me agacho pero el alboroto me hace voltear, el tumulto de periodistas se moviliza nuevamente a la entrada del edificio del Ministerio Público, al parecer alguien más ha salido, el hermano de Suzane, Saúl, que se ve acorralado por la prensa, pero no parece tener predisposición de hablar.
Sólo una persona decide caminar hacia nosotras, Chae.
—No vamos a dar ninguna declaración—Priya usa un tono poco amable para dirigirse a el.
—Himnaeseyo—Expresa agachando un poco la cabeza—Mi sentido pésame.
—Gracias—Respondo— Priya, el es Chae Hyung-won. Hyungwon, Priya.
El taxista mira hacia nosotros, impaciente.
—Por las circunstancias no sé si puedo decir que es un gusto, lo siento, tenemos prisa. Me aparto de la puerta del vehículo, Priya entra y aprovecha para decirle la dirección de mi casa al taxista.
—Entiendo—me mira—Ayer...—corta su idea inicial e empieza una nueva oración—...debes tener muchos amigos, pero si quieres hablar o necesitas alguna cosa, puedes llamarme a... ese número—Me extiende su tarjeta.
—Gracias, cuídate mucho—Guardo la tarjeta en el bolsillo de mi chaqueta, sin fijarme.
—Adiós.
Entro al auto. Apoyo mi cabeza en el hombro de Priya, el auto avanza. La niebla sigue tan densa como siempre, pero es menor a la de la anterior noche. Mi estómago truena y ella empieza a hablar todo lo que calló en las oficinas.
—Vamos a ser las principales sospechosas hasta que atrapen al maldito enfermo que está haciendo todo esto...—Silencio— Y pusieron al más inútil de los investigadores a cargo, Benavidez, el que nunca da una, se nota que les importa una mierda.
—¿Lo conoces?
—Conozco a varios de los que estaban ahí, si hubieran puesto a Mendoza al menos darían un indicio de que estos casos son importantes. Es como si supieran quién está detrás de todo esto pero se empecinarían en encubrirlo, debe ser alguien con mucho poder.
Llegamos a mi edificio, mientras subimos las gradas debido a que el asensor está descompuesto, pienso en el gato de Suzane, el Señor Bigotes, si habrá comido, si es que Saúl lo cuidará tan bien como su dueña original... Si el gato también estará extrañándola...
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Si tiene sugerencias sobre trama, personajes o interacciones, háganmelo saber.
Tomen aguita y coman bien.
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Niebla
RomanceUna noche de septiembre del 2045, la soledad se siente espesa, tanto como la niebla que cubre la ciudad de forma permanente. Zdenka, a sus 25 años, ha empezado a mostrarle cara a la vida adulta y puede decir con seguridad que es mucho más difícil de...