Capítulo 64

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Intercambian unos cuantos mensajes más, y aunque Zdenka trata de hacerse a la idea de que no será tan grave ir a una fiesta con esa clase de fetiches, parte de sí misma se siente temerosa al pensar en un escenario tan incierto, en el terreno del posible asesino (o asesinos). 

Vuelve a sentarse a la mesa. Su ansiedad la hace beber dos tazas de canela una tras otra; después manosea el celular, sacándolo del bolsillo y volviéndolo a guardar, con una fuerte indecisión que le plantea retractarse o continuar con todo aquello hasta el final, aunque tenga la sensación de que los asesinatos son sólo la punta del iceberg. 

Mira a Don Roberto, recuerda las veces que encontró cariño paterno en él, las ocasiones en las que se mostró inclusive más cariñoso que su madre... Está tan concentrada en sus recuerdos, que inevitablemente él termina dándose cuenta de que lo ha estado viendo fijamente y toma asiento a su lado, ocupando la silla en la que estaba sentado Saúl. 

—Te he notado entre preocupada e inquieta ¿Te está pasando algo?

—Son... —duda. Para empezar, no puede hablar de todo aquello en lo que estaba metida Suzane y su posible doble personalidad, y tampoco puede decirle que va a meterse en la boca del lobo. Entre todas esas ideas, siente que ha perdido el objetivo principal: Justicia.

—Extrañé mucho tenerlas acá durante el velorio, siento que en ustedes todavía está viva una parte de Susanita.

—Disculpe si es que no vinimos, cuando llamamos... Saúl nos advirtió que no podíamos venir, que usted estaba molesto y decidimos respetar su decisión... Entre otras cosas más, que es mejor no mencionar

—Mi hijo no tiene tapón en la boca, lo conoces, es así desde chiquito, y muchas veces suelta lo que le viene a la mente. Pero, todavía no me dices ¿Todo bien?

Zdenka vuelve a guardar silencio, acaricia la taza con las yemas de los dedos. 

—¿Alguna vez ha estado entre la decepción y lo que sentía que debía hacer?—La reacción de Don Roberto es inmediata y espontánea, luce sorprendido.

—Depende

—¿De qué depende?

 —Bueno, no conozco la situación que haya de trasfondo en esa pregunta, puede ser peligroso que te aconseje a ciegas

—Tenía un amigo—traga saliva—...de la universidad, después de que salí en las noticias, por lo de Susi...—decide inventar y dejar fluir la historia, la modifica lo suficiente para que no logre darse cuenta de que habla de Suzane—Empezó a portarse diferente, o yo creí que empezó... pero... en realidad sólo se trataba de un comportamiento habitual... He sentido desde entonces que nunca lo conocí y por ende, nuestra amistad nunca existió. Ahora que debo trabajar para esta persona...—Siente que está mintiendo con tanta facilidad—Y debo manejar su imagen... Creo que mi decepción no me permite cumplir con ese deber del que yo misma elegí hacerme cargo...

—Ese es el problema de que se mezclen el trabajo y las amistades, siempre hay un lado que debe perder. Quizá tu amigo no lo hizo para engañarte, muchas veces la gente va cambiando gradualmente y nos damos cuenta muy tarde, es así como funciona la vida, en algún punto coincidimos con alguien y luego, porque todos nos transformamos, los caminos se dividen—Bebe mucho de la taza de aquel preparado de canela— O quizá tenía miedo de mostrar ciertos rasgos de su personalidad, los ocultó para que no te alejaras de él... Los hombres todavía somos de ese modo, tememos encarar las situaciones complejas

Sus palabras son profundas, pero no ayudan demasiado a sus contradicciones, con cada palabra de Don Roberto, la idea de no involucrarse más en el asunto de Suzane se transforma en una certeza. Finalmente, la promesa se la había hecho a una amiga que sólo fue un espejismo

—Estaba pensando en renunciar y armar un nuevo currículum—Ese más que un pensamiento, es un hecho. 

—Zdenka...—Dice estrechando su mano con las suyas, que son enormes y de dedos gruesos—Nunca terminas de conocer a la gente, incluso tú debes tener tus secretos, todos en esta mesa. Mírame a mi, para muchos acá yo tenía a mi lado a una esposa que era feliz, que me amaba y amaba a nuestros hijos, pero de un día para el otro, decidió que quería el divorcio... Lo que no saben es que yo siempre me enfrasqué en mi trabajo y Tabitha tenía problemas con el alcohol. La mayoría de mis conocidos creen que soy viudo.

—Quería preguntarle sobre eso ¿Nunca volvieron a saber de la madre de Suzane? ¿No se comunicó después del entierro o esta semanas?

—Hace mucho tiempo le perdí la pista y estoy seguro que a ella no le importa mucho saber de sus hijos. Sin embargo, después de la muerte de Suzane, ya no hay nada aquí que le pertenezca 

—¿Cómo? No comprendo

—Susi, a pesar de todo lo que su madre provocó, era la que conservaba la ilusión de volver a verla, pero no es el caso de Saúl.

—¿Sabe si es que Suzane trató de contactarse con ella o investigó algo para reencontrarse con ella?

—Lo dudo, a pesar de que tenía muchas ganas de volver a verla, Susi era muy tímida e insegura. 

Nuevamente, otra descripción que simplemente no encaja con el concepto que Zdenka solía tener de ella. Frunce la frente, pensativa, trata de esconder su mueca bebiendo de la taza. 

Priya se incorpora en su asiento, después de haberse quedado largo rato en el baño, mientras Don Roberto ve el reloj y se levanta de la mesa para buscar a Saúl, que ya ha demorado demasiado en su cuarto. 

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