Capítulo 37

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Zdenka siente mucho miedo.No encontrar a Priya, con todo lo acontecido anteriormente le provoca ansiedad, su celular tiene poca batería y no le permite encender la visión nocturna de sus lentes, tampoco la linterna.

—¿Podrías encender la luz de tu celular? El mío tiene la batería casi muerta—pide a Saúl en medio de las tinieblas.

—En eso estoy...—Se toca los bolsillos y parece no encontrarlo—¡Mierda! Creo que lo dejé en la casa de Priya, o me lo robaron.

—Le pediste un cargador... ¿Recuerdas haberlo desconectado?

—¡Aj!—Se queja—No, creo que lo dejé cargando

Zdenka intenta forzar la batería para activar la visión de noche de sus lentes, pero le aparece un anuncio una y otra vez.

—Hay que quedarnos aquí hasta que vuelva la luz, no sabemos cuántos vidrios desperdigados en el suelo puedan haber—aconseja Saúl, tomándola del brazo—¡¿Acaso no tienen un sistema de emergencia?!—se queja.

Un nuevo trueno se oye y la luz intermitente de los rayos llega apenas a la sección en la que están.

Se encienden los refrigeradores, que deben estar conectados a una fuente de energía externa.

—¿Priya?—Al tener mayor visibilidad, da unos pasos hacia adelante y llama a su amiga, pero en algún momento se siente muy confiada del suelo que pisa y deja la prudencia de lado.

—Espera—Él quiere agarrarla de la muñeca, pero no lo consigue—ten cuidado, puede estar resbaloso—observa el suelo regado de licor y con pedazos de botellas. Sólo el aroma marea un poco, la pelirroja da media vuelta queriendo regresar, pero es justo cuando pisa un trozo de vidrio y resbala, él logra sostenerla, pero no tiene suficiente equilibrio para mantenerse en pie. Antes de caer juntos, él se encarga de protegerla de un golpe contra el estante de comida enlatada.

—Aaah—Se queja Zdenka, sintiendo el peso de Saúl sobre ella, pero dándose cuenta de que, si no fuera por la mano de aquel, probablemente hubiera recibido un feo golpe en la cabeza.

—¿Estás bien?—parece querer levantarse rápidamente, pero el supermercado vuelve a quedarse en tinieblas

—Uh... Ajá, estoy bien, pero, de nuevo estamos a oscuras. Gracias por ayudarme—dice en voz baja y el le responde en el mismo registro de voz.

—Ok, voy a levantarme, tu quédate quieta, no vaya a ser que los dos nos resbalemos otra vez.

Usa la mano con la que la protegió del golpe para apoyarse en el suelo y mueve el otro brazo hacia un lado, llegando, sin querer, a tocarle un seno.

—Perdón—se mueve enseguida, susurrando—Lo siento, pero acá hay unos cuantos pedazos.

Por la cercanía, la pelirroja siente su olor, es una mezcla de sudor y perfume de madera.

Él ya ha logrado ponerse de cuclillas, al tanteo, aparta los cristales que puede.

—Listo, ahora te ayudo—Zdenka se empuja con los brazos mientras él se pone de pie, y agachándose la sostiene de la parte superior de la cintura, por debajo de los abrigos que lleva puestos.

La pelirroja pone sus manos sobre los hombros desnudos de Saúl, la sensación de su piel es mucho más aguda por la oscuridad, es demasiado íntimo, como si él en realidad estaría sin polera

— ¡Eso! ¿No te lastimaste? —pregunta demasiado cerca de ella, puede sentir su aliento frente a su cara.

—Me duele un poco la rodilla... me arde—toca su pantalón jean, tiene un hueco y parece haberse hecho una herida no muy profunda—¿Qué hay de ti?

—Creo que yo me corté al levantarme—La toma de la mano para ayudarla a caminar, mientras pone su mano en la espalda.

Es la primera vez en un largo tiempo que Zdenka siente que no la tratan con excesiva delicadeza o sin pedirle permiso a cada rato para tocarla, pero contrario a lo que esperaría, no se siente como un contacto abusivo o malintencionado.

—Eso fue muy peligroso ¿No volvamos a hacerlo, está bien? — pide Saúl, en un tono amigable.

—Claro, prometido. A veces soy muy torpe... Me disculpo.

—Estaremos bien en cuanto podamos irnos.

Tratan de acostumbrar su vista a la escasa luz, hasta que  alguien llega por en frente, con una linterna.

—¿Aló?

—Hola—Responde Zdenka ¿Podría no apuntar la luz hacia nuestras caras? —pone su mano sobre su frente.

—Disculpen, nuestro equipo de alimentación de energía para emergencias falló, por favor, acompañenme—el hombre los guía hasta la sección de caja, donde hay unas cuantas personas sentadas, esperando. Las cajeras encienden unas linternas y las enfocan hacia el techo para irradiar mayor luz. Priya está parada, estrechándose a sí misma, cuando se da cuenta de que Zdenka está acercándose, evita la mirada.

—Priya, te estábamos buscando...

—Seguramente—afirma con aire enfadado—Sólo te pido que no vuelvas a hacerme esas bromas, menos cuando todo está jodidamente oscuro.

—¿De qué hablas? —cuestiona Zdenka sin entender de dónde proviene el reclamo—no pudimos encontrarte antes porque quizá nos cruzamos.

—No te hagas a la loca ahora

—En serio que no te entiendo, pregúntale a Saúl, él estuvo todo el rato conmigo.

—No vengas con jodas ahora, Zdenka, me pediste que te acompañara a la sección de velas y me empujaste; por si no fuera poco, me agarraste del cuello y te reíste horriblemente en mi cara.

—¿Que hice qué?

Saúl despega sus labios enseguida para interceder:

—Caminamos juntos todo el rato, quizá te confundiste

—Ajá, me estoy inventando todo— vuelca los ojos— Zdenka, si incluso te iluminé la cara con el celular y saliste como loca, corriendo. Dejen de hacerse a los payasos, no me divierte una mierda.

—¡Jooo! No sé de qué rayos hablas, no te pases de pelotuda, insististe en tu capricho de venir a comprar cerveza; mira, incluso me hice semejante corte en la rodilla por ir a buscarte, Saúl tiene otro corte en la mano, todo por cruzar la maldita sección de bebidas buscándote, tampoco te pases de desconsiderada—dice Zdenka, evidentemente molesta por las acusaciones, se aparta, se quita el abrigo que Saúl le había prestado, le agradece y da unos pasos hacia atrás.

No quiere lidiar con problemas, termina por darles la espalda. Oye a Saúl tratando de aclarar las cosas, bloquea la conversación de su mente, se siente hastiada, revisa el celular y para incrementar su frustración, porque no encuentra ningún estúpido mensaje.

"Ridícula. Tiene novia"

Trata de usar la poca batería que le queda para leer un artículo sobre las Wiccas y sus rituales, pero no se concentra por los murmullos que intercambian la gótica y el hermano de Suzane, también porque la oscuridad es como un golpe a su cabeza, hace que piense fácilmente en aquel desconocido, en su aspecto, cómo lucía esa tarde, en la cafetería, en las ganas que tenía de jalarle la corbata y besar sus labios, en ese sueño tan vívido...

"¿Qué está pasándome?"

Le fastidia estar pensando en él, habiendo tantas cosas de las cuales preocuparse en ese contexto, estando en medio de la oscuridad, atrapada en un supermercado, con una amiga que alucina, la niebla, lluvia afuera, y el asesino de alguien que amó, libre, rondando por las calles de la ciudad, buscando una nueva víctima. 

NieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora