Capítulo 26

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Al sacar la copa menstrual, se da cuenta de que estaba perfectamente puesta y que su sangre sigue viéndose tan oscura como en la mañana. Comienza a limpiarse las piernas, no sabe exactamente qué hacer, regularmente solía bajarle muy poco y nunca se había visto en una situación semejante.

Toma un tampón entre sus dedos, aún sentada en el excusado, pero un nuevo dolor en el vientre se manifiesta, expulsa algo una vez más, cae haciendo un ruido como si se tratara de una especie de grumo, aunque no lo ha visto aún, se siente asustada, no comprende qué es lo que sucede. 

Espera diez minutos más, sentada en el retrete, el dolor disminuye hasta casi desaparecer, pasan cinco minutos más, el sangrado no ha vuelto. Se limpia una vez más y se levanta para ponerse el tampón.

La mancha en el jean y en su ropa interior ya se han secado, otra cosa que resulta inusual. 

Observa el inodoro, grumos negros flotan, no parece haber presencia de sangre y si la hay es muy poca. Jala la cadena.  

Lavar su pantalón en el lavamanos no es una opción ya que no tiene otra prenda para cambiarla.

Se pone el hoodie azul que había empacado en su bolso por si el día se enfriaba, afortunadamente es lo suficientemente largo para tapar la mancha. 

Busca un pequeño frasco de perfume que suele tener en su bolso, se pone un poco antes de salir a lavarse las manos. Frente al espejo, derrama unas cuantas lágrimas, no comprende lo que le pasa a su cuerpo, teme que sea algo grave. Trata de calmarse, respira profundamente y llama al consultorio de su ginecóloga, concerta una cita para pasado mañana, que es cuando tiene espacio. 

Se seca las lágrimas, suspira y finalmente sale. 

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